Volver a la casilla de salida

15 diciembre 2025

Enrique Jiménez Forcada

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El autor invita a a mirar ese futuro con esperanza, con el convencimiento de que encontraremos los caminos adecuados, a pesar de que en el día a día, tengamos que pasar por ese recorrido de “rosas con espinas”, que nos van a doler y nos van a hacer sangrar, pero sin distraernos de la tarea fundamental de seguir construyendo el Reino para los jóvenes y las generaciones del futuro.

Imagino que nos suena esta expresión del popular juego del Monopoly… volver a la casilla de salida es volver a empezar, cobrando las “20.000 pesetas” (del monopoly de mi infancia), avanzando en el tablero y evitando los riesgos de caer en casillas en las que tener la obligación de pagar… Bueno pues sobre esto quiero que pensemos a medida que vamos leyendo este artículo… pero empecemos por el principio.

Este 2025 es un año propicio para echar la vista atrás, fijarnos en muchas realidades y ver la evolución de la sociedad, de la Iglesia en general y de la familia Salesiana en particular.

  • Han pasado 60 años de la clausura del Concilio Vaticano II, con lo que trajo de revolución en el seno de la Iglesia, de actualización, de poner el foco en un nuevo estilo de Iglesia y de vivencia de la fe, con mayor protagonismo de las comunidades cristianas y de los propios fieles.
  • Estamos celebrando el jubileo de manos del nuevo Papa León XIV, que ha cogido las riendas de la Iglesia del siglo XXI de las manos de su antecesor el recordado Papa Francisco que también ha supuesto para la Iglesia un soplo de renovación, de autenticidad, de volver a los orígenes, de oler a oveja…
  • A nivel social, en nuestro país no dejamos de hablar de que hace 50 años estrenamos la democracia que hoy seguimos disfrutando, a pesar de las dificultades de aquella época que se lograron superar con cierto grado de suerte y de generosidad, de trabajo de muchos por superar la época de la dictadura.
  • Estamos celebrando los 150 años de la primera expedición misionera; una familia carismática naciente que fue capaz a los pocos años de su fundación, de ser generosa y de enviar a los primeros misioneros y misioneras a cumplir el sueño de dos fundadores soñadores.
  •  Venimos de celebrar la canonización de Sor María Troncatti, otro fruto de santidad dentro de nuestra familia. Una misionera que colaboró precisamente en hacer realidad estos sueños de nuestros fundadores.

Estos son algunos de los acontecimientos que hemos vivido a lo largo de este último año y creo que nos tienen que llevar a una reflexión serena y esperanzada, en medio de estos tiempos convulsos en los que nos toca vivir.

Hemos asistido también a lo largo del año a fenómenos como la aparición del álbum de Rosalía “LUX”, que nos acerca al mundo espiritual; al estreno de la película “Los domingos”, que nos recuerda que “la llamada” de Dios no cesa y que sigue interpelando a las personas de una sociedad cada vez más alejada de la práctica religiosa; al estreno de la película “Te protegerán mis alas”, basada en una historia real, de nuestra familia salesiana misionera trabajando en la periferia y con los más vulnerables, siguiendo el verdadero espíritu de la Iglesia de Jesús y del carisma de nuestros fundadores.

Son, no cabe duda, brotes verdes que nos dan esperanza para seguir trabajando y construyendo un futuro un poco más halagüeño, del que a veces los propios medios de comunicación nos presentan. Pero no hay que ser ingenuos y tenemos que abrir los ojos también a las dificultades reales: un mundo dividido, con guerras que parecen no tener solución, con dirigentes políticos poco eficaces en la resolución de conflictos y muy interesados en retrotraernos a los tiempos de la división, de buenos y malos. Un ambiente crispado en nuestro país con una fragmentación política incapaz de llegar a acuerdos que favorezcan a los ciudadanos, incapaces de superar los episodios constantes de corrupción y de polarización; un ambiente en el que ya nos cansa el “y tú más”, sin más propuestas que los otros son peores que nosotros. Una sociedad, como hemos dicho, que se aleja de la vivencia espiritual y religiosa, que mayoritariamente no opta por una educación en la fe de las nuevas generaciones y eso lo vivimos en nuestras obras educativas (plataformas sociales, oratorios y centros juveniles, hogares, escuelas, talleres…). Una sociedad que se envejece a marchas forzadas y que tiene una pirámide poblacional cada vez más preocupante.

Todo esto, como decimos es un reto para nosotros como familia salesiana. Nos enfrentamos a realidades que “amenazan” la supervivencia de muchas de nuestras presencias.

  • A veces por falta de alumnado en las escuelas: a causa de la baja natalidad, de las dificultades a las que nos someten las administraciones educativas en los procesos de admisión del alumnado, de no ser una oferta atractiva para las familias…
  • Otras veces por problemas de financiación de nuestras obras: falta de subvenciones que permitan el desarrollo de los proyectos educativos.
  • También nos encontramos con casos en los que las propias obras tienen problemas de identidad: comunidades religiosas débiles o desaparecidas por falta de vocaciones, con comunidades educativas poco identificadas con nuestro carisma que van convirtiendo esa presencia en un colegio, plataforma social o club de tiempo libre como cualquier otro, sin ese espíritu y sin ese carisma de nuestros fundadores. Es lo que en su tiempo ya señaló Don Bosco lo que conocemos como la “carta de Roma” en la que ya hacía ver a sus colaboradores los riesgos en los que podíamos caer y que nos alejarían de nuestra verdadera misión.
  • La sociedad y las políticas educativas y sociales tampoco soplan a nuestro favor, pero así nació nuestra familia carismática, en medio de la unificación italiana, con muchísimos problemas sociales y políticos, por lo que esto no debería suponer un problema para los herederos de este carisma.

Vistos los brotes verdes y también los problemas reales, no podemos pensar en que nuestro análisis peca de ingenuidad. Y por eso volvemos al título de este artículo. Nos movemos en tiempos en los que el “siempre se ha hecho así” ya no funciona. Las viejas recetas que han funcionado durante muchos años, ya no sirven y hay que ser intrépidos y buscar nuevos caminos. Y esto, sin duda, nos tiene que llevar “a la casilla de salida”. Hoy más que nunca es necesario volver a las fuentes, volver a nuestros fundadores, inspirarnos en ellos para dar respuesta a la nueva situación a la que nos enfrentamos.

Y aquí también abrimos un abanico de posibilidades y de reflexiones a compartir:

  • En los años 80, el entonces Rector Mayor Don Egidio Viganó, uno de aquellos misioneros que contribuyó a hacer realidad el sueño de Don Bosco “desde la Patagonia, hasta Pekín”, impulsó el “proyecto África”, para revitalizar esta familia carismática y completar ese sueño misionero. Fue un acierto, una decisión visionaria, que ha permitido la expansión y el crecimiento de nuestra familia en el continente donde más juventud hay. Una decisión arriesgada pero valiente, que está dando sus frutos. Don Egidio volvió a releer el sueño misionero y dio con la clave para impulsarlo y completarlo. Y como familia carismática, supimos responder al reto.
  • Hoy, tenemos que volver a sentirnos FAMILIA CARISMÁTICA, sí con mayúsculas. Hace 10 años celebramos un congreso de Escuelas Salesianas en Madrid que quiso ser un impulso para revitalizar nuestro compromiso educativo desde la escuela. 10 años más tarde, los salesianos vamos a celebrar en Madrid un congreso de Formación Profesional y las salesianas en Alicante el primer congreso de Escuelas Salesianas FMA, que tras la fusión de las antiguas inspectorías y el nacimiento de nuestra inspectoría “María Auxiliadora”, quiere volver a poner encima de la mesa esta necesidad de volver a los orígenes, a la casilla de salida. Es necesario recordar de dónde venimos, para SOÑAR, CRECER Y CONFIAR. Pasado, presente y futuro, conjugando cada tiempo para no hundirnos en el pesimismo de ciertas realidades y seguir con confianza en la providencia, algo tan propio de nuestros fundadores, y por lo que apelamos a esa necesidad de  volver a la casilla de salida.
  • Y hablar de familia carismática es hablar de ese espíritu de familia que tiene que darse entre todos los que estamos bajo el paraguas de este carisma salesiano. Desde el convencimiento de que estamos llamados en misión compartida, en sinodalidad, a ser la cara de este carisma en el siglo XXI. Religiosas y religiosos, laicos pertenecientes a las distintas ramas de la familia salesiana, tenemos la OBLIGACIÓN de trabajar unidos, superando los posibles “errores” del pasado y creando sinergias que nos permitan descubrir los canales de colaboración necesarios para asegurar la pervivencia de obras educativas a favor de los jóvenes más necesitados. Y esta es una llamada URGENTE que no podemos eludir.

Hace años, José Antonio Pagola, tras acercarnos a Jesús en su libro “Jesús, aproximación histórica”, nos quiso hacer reflexionar sobre esta visión de un cristianismo mucho más humano, alejado de la parafernalia y centrado en las personas y en la construcción del Reino, desde la sencillez de las primeras comunidades. Por eso continuó su reflexión y analizando la realidad de una Iglesia occidental “moribunda”, apeló al proyecto “Grupos de Jesús”, comunidades de base que quieran vivir al estilo de aquellas primeras comunidades cristianas, enamoradas de la figura de Jesús y comprometidas en la transformación social, acercando la realidad a esa construcción del Reino de Dios. Quiso ser una vuelta a “la casilla de salida”.

Hoy dentro de la familia salesiana, se han creado las “Comunidades Valdocco” (a una de las cuales pertenezco). Grupos para compartir la fe y la vida, que nacen como una continuación del itinerario de fe que los jóvenes recorren desde su infancia, hasta su vida adulta. Comunidades para adultos que han recorrido ese itinerario y siguen con ganas de compartir, con un nombre que también nos lleva al eslogan de este artículo… “volver a la casilla de salida”, porque en Valdocco, en Mornese, es donde tiene origen este movimiento carismático que vivimos y compartimos tantos años después. Y si queremos seguir transmitiéndolo a las nuevas generaciones, tendremos que usar odres nuevos que están por explorar y descubrir. Y si queremos tener éxito en esta misión, estoy convencido de que tendremos que ir de la mano, sumando entre todos, con la ayuda de TODOS, así que pongámonos manos a la obra.

¿Os imagináis entonces “volviendo a la casilla de salida”? En lo mundial recuperando la paz con la mediación, con la diplomacia y no con las armas. En lo político recuperando ese “espíritu de la transición” que con sus más y sus menos, hizo posible el diálogo, la negociación y el logro de metas casi imposibles de imaginar. En lo eclesial volviendo a esa energía que desató el concilio hace 60 años, esos aires de renovación y de regreso a los orígenes, con pequeñas comunidades revitalizando el Evangelio. En lo salesiano volviendo a lo esencial, al bienestar de la juventud, uniendo fuerzas, todas las disponibles, para lograr esos objetivos.

Estamos terminando el año 2025 y a punto de entrar en el mes de enero, salesiano por excelencia, donde celebramos fiestas tan importantes como San Francisco de Sales, inspirador de nuestro carisma; Laura Vicuña, fruto de la aplicación educativa de nuestro carisma y, cómo no, la fiesta de Don Bosco que nos anima y nos acompaña en nuestro camino, que nos invita a “soñar para crecer”, con los pies en el suelo, con las manos en el trabajo diario y con la mirada en el futuro. Os invito a mirar ese futuro con esperanza, con el convencimiento de que encontraremos los caminos adecuados, a pesar de que en el día a día, tengamos que pasar por ese recorrido de “rosas con espinas”, que nos van a doler y nos van a hacer sangrar, pero sin distraernos de la tarea fundamental de seguir construyendo el Reino para los jóvenes y las generaciones del futuro.

¿Jugamos? El juego implica riesgo, pero también diversión; tropiezos y caídas, pero también nuevas ilusiones y oportunidades; pérdidas y ganancias… y la posibilidad de VOLVER A LA CASILLA DE SALIDA y volver a empezar. Esto solo es el comienzo… ESTÁS INVITADO.

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