Y tenemos que seguir…

El Rincón de Mamá Margarita

29 noviembre 2023

Marian Serrano

Marian Serrano

Escribo esta reflexión 4 días después de que hayamos celebrado el día de Mamá Margarita, la madre de Don Bosco, quien da nombre a este blog. Y también se cumplen 13 días desde que se «marcho al otro lado», como él decía, mi hermano mayor.  Siempre que escribo para el blog intento poner en mi cabeza cómo afrontaría Mamá Margarita la situación que estoy viviendo o la idea sobre la que quiero contar algo.

Cuando se murió su marido, sabemos que le dijo a su hijo: «Juan, ya no tienes padre» y, seguramente con el dolor de la pérdida _en los escritos nos presentan una mujer fuerte, que afronta su nueva situación_ se apoyó en quienes le querían, en su fe y siguió su camino. No se nos presenta como una mujer qué necesite contar al mundo cómo se siente, pero sí a sus hijos para que aprendan a hacer ese camino.

Cierto que no es lo mismo perder un marido que un hermano, y que vivimos épocas y tiempos diferentes. Pero quiero creer que la pérdida de una persona querida se siente igual y que la vida te sitúa en el camino de la misma manera, aun sintiendo la falta.

Hasta el 17 de noviembre lo acompañamos (como siempre lo hemos hecho, dejándole su espacio, y necesitaba mucho espacio) y el 18, ya no estaba. Bueno eso no es del todo cierto, seguía con nosotros en los recuerdos de quienes vinieron a despedirle. Recuerdos que reconstruyeron algunas distancias.

Y el 20, lunes, afrontamos el tiempo de «recoger una vida» en bolsos, maletas, cajas, papeles y cierres de contratos. Es algo que duele y alegra, que te devuelve al niño y hermano mayor, que te parte y no sabes decir porqué. Te trae lágrimas a los ojos en los momentos menos inesperados y tienes que parar y… respirar.

Siempre he dicho, y así lo creo, que no le tengo miedo a la muerte (a mi muerte). Pero sí que temo perder a mi familia, a mis seres queridos. Son situaciones que te cambian profundamente, que te hacen diferente, algunas personas que miran desde fuera llegan a decir: «¡qué fuerte eres!».

Es lo mismo que yo digo de mi madre cuando me preguntan qué tal está. Contesto: «bien, es una mujer fuerte».

No estoy segura de que estemos hablando de fortaleza, porque yo no me siento fuerte y sigo…no se puede parar. Seguimos con un peso más en la mochila o con una nueva circunstancia. En nuestra mano está considerar que se convierta en peso o en motor. Cómo me gustaría sentarme con Mamá Margarita y poder compartir lo que ella siente, lo que yo siento. ¡Seguimos!

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