Yo quiero perder el tiempo…¿me acompañas?

El Rincón de Mamá Margarita

22 septiembre 2023

Marian Serrano

Marian Serrano

En estos días está tristemente en las noticias el caso de las niñas que han visto sus fotos “trucadas” por otros niños usando una herramienta de inteligencia artificial. Nos asusta el uso que se pueda hacer de esta tecnología y no asusta más que sean menores las víctimas de estas actuaciones.

Al mismo tiempo, por otras razones, esta semana he estado buscando el origen de las “Buenas Noches” que Don Bosco practicaba con sus chavales. He leído sobre cómo empezó a practicarlas y en paralelo he leído artículos de cómo proteger a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes de estas herramientas tan novedosas que quizá no sabemos controlar. Alguien me podrá preguntar ¿qué relación tiene una cosa y la otra?

Creo que tiene mucha relación. Don Bosco y su madre, Mamá Margarita dedicaban un tiempo, al final del día, para hablar con sus muchachos sobre los acontecimientos del día, sobre cómo lo habían vivido, sobre cómo afrontar situaciones nuevas, complicadas o no deseadas. Mamá Margarita lo tenía muy claro y Don Bosco, que había aprendido de ella, también.

Es importante estar con los muchachos (con nuestros hijos e hijas, con nuestros alumnos y alumnas) y darles herramientas para tomar decisiones acertadas.

Una de ellas es la oración. «Comienza por rezar bien», decía Mamá Margarita a uno de estos muchachos. Tenemos  que enseñarles a hablar con Dios, algo que les ayudará a tener puntos de luz a lo largo de toda su vida. Para eso tenemos que ser ejemplo de vida, contarlo, vivirlo y mostrarlo. Con nuestros tropiezos, dudas y dificultades pero insistiendo en que esa actitud hace que los pasos sean más seguros.

Para llegar a hacer ese camino, otra herramienta fundamental es la escucha. Sentarse con los niños, niñas y jóvenes. Escuchar sus inquietudes, sus dudas, sus deseos, sus sueños. Conocer por dónde se mueven y con quién y cómo se relacionan. Y todo esto exige tiempo, mucho tiempo. Nos exige hacer opciones, dejar de hacer aquello que nos satisface personalmente por aquello que beneficiará a nuestros hijos.

Nos ha tocado vivir un tiempo en que las relaciones son físicas y virtuales y no podemos escudarnos en que lo virtual nos supera. Para poder escuchar bien tenemos la obligación de aprender sobre cómo funcionan todas estas relaciones. Buscar ayuda para entender mejor y poder dar la mejor respuesta al tesoro de esta sociedad: la infancia y la juventud. Ser adultos nos da la ventaja de la experiencia, no nos debemos esconder tras la actitud: “yo no sé de esto” más bien al contrario ese “yo no sé” tiene que ser el resorte que nos haga querer aprender para ayudar a caminar.

Las pantallas no educan, ni acompañan. En ocasiones parece que tranquilizan a los más pequeños (pero nos equivocamos, tampoco tranquilizan). Si algo nos asusta por desconocido y va a “convivir” con nosotros y nuestros hijos sí o sí, debemos hacerle frente y aprender juntos a manejarlo desde el respeto a las personas, con una actitud constructiva que nos permita transformar el mundo, nuestro mundo, a mejor.

Cada vez es más urgente recuperar la palabra, la conversación, “perder” tiempo para ganarlo. Escuchar para entender y aprender. No son las máquinas las que manejarán los hilos, son las personas que sepan manejarlas. En las manos de todos está en educar a esas personas.

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