Un enigma: las cosas de mi Padre.
Claro que José y María se alegraron al encontrarlo. Y más, diríamos hoy, ¡al descubrir a su hijo como “niño superdotado” que podía codearse con los sabios del Templo!
Pero seguía el desconcierto con su respuesta: ¿Por qué me buscáis? ¿No sabéis que debo ocuparme en las “cosas” de mi Padre?
¿Qué “cosas” serían esas?
Luego, tras unos 20 años seguía en las mismas. El Padre era el centro de su misión.
Un enigma, nada fácil para la gente sencilla al decirse “preferido” y “enviado” de “su” Padre, una “misma cosa” con Él, regido en su vida por su “voluntad”…
Enigma al final cuando “abandonado” grita que deja todo en “sus manos”.
¿Dónde aprendería todo eso? ¡Seguro que María fue su primera maestra!
FLOR: Junto con María habla un rato con ese Padre de Jesús. Él nos enseño a hacerlo: “Padre nuestro… “
Tiempo interior
Dedica un tiempo de reflexión al comentario del Evangelio en Tiempo Interior, con José J. Gómez.