Fe y alegría
En la plenitud de los tiempos, la Palabra de Dios fue dirigida a María, y ella la acogió con todo su ser, en su corazón, para que tomase carne en ella y naciese como luz para toda la humanidad.
San Justino mártir, en su Diálogo con Trifón, tiene una hermosa expresión, en la que dice que María, al aceptar el mensaje del Ángel, concibió «fe y alegría».
En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto y, cuando nuestra vida espiritual da fruto, nos llenamos de alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe.
En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo.
LA PREGUNTA: ¿Hasta qué punto el hecho de ser creyente genera en mí sentimiento de alegría? ¿Doy gracias por ello?