María, Madre de la Iglesia
En Pentecostés, al llegar el Espíritu Santo, alma de la Iglesia, María, su Esposa, estaba allí, con los Apóstoles como Madre de Jesús quien, desde la cruz, había confiado a Juan su cuidado. Desde la Anunciación hasta el final de su vida, se mantiene como “madre”.
Sin la mujer la Iglesia no sigue adelante. No en vano esa Iglesia-mujer, porque Jesús lo quiso así, tiene a María como madre. De Ella recibe esa cualidad.
Hijos e hijas suyos en esa Iglesia, también madre, asumimos su camino como comunidad afable, tierna, llena de amor.
María Madre nos ayuda a fiarnos plenamente en Jesús, a creer en su amor, también cuando nuestra Iglesia sinodal, en tiempos de dificultad, está llamada a madurar y a dar su “sí” como “pueblo” fiel a la llamada actual de Dios.
FLOR: Puedes plantearte una pregunta “sinodal”: ¿qué me pide Dios en estos momentos de mi vida?