María, Mujer en la Iglesia
El camino de las mujeres en la Iglesia está lleno de cicatrices, de situaciones de dolor y redención, cuando lo más evidente y definitivo es que el amor de Dios es capaz de vencer afanes de hacer invisible la presencia y el aporte de la mujer en la construcción y la vida de la Iglesia.
En la Iglesia las Asambleas, los grupos, la liturgia, los ministerios apostólicos, las comunidades, la reflexión y el calor de la vida de la Iglesia se gestan y nacen a menudo, en el vientre y en el corazón de las mujeres.
Por eso, una Iglesia sinodal, femenina y “mariana” está invitada a ser también hermana y discípula donde todos, mujeres y varones, sea- mos vientre, hogar, caricia y abrazo de fecundidad por el soplo del Espíritu.
FLOR: Reza con la Iglesia: “que el Espíritu, que fecundó tus entrañas siga rejuveneciendo a la Iglesia por caminos de comunión y de unidad”.