Madre de Dios y madre de la Iglesia
María acompaña en oración toda la vida de Jesús, hasta la muerte y la resurrección; y al final continúa, y acompaña los primeros pasos de la Iglesia naciente. Reza con los discípulos que han atravesado el escándalo de la cruz, con Pedro, que ha cedido al miedo y ha llorado arrepentido.
Ahí está Ella, en medio de hombres y mujeres llamados por su Hijo, a formar su Comunidad sin hacer de sacerdote ¡no!
La Madre de Jesús reza con ellos, en comunidad, como una más: con ellos y por ellos. Una oración que, otra vez, precede el futuro que está por cumplirse y que, por la acción del Espíritu Santo la convierte en Madre de Dios y de la Iglesia.
LA PREGUNTA: ¿Me sirve el ejemplo de María para entender mi lugar en la Iglesia, para sentirme miembro en la Comunidad cristiana?
RETO MARIANO
En nuestro caminar no estamos solos y nos acompañan santos… Vamos a recordar algunos nombres de “jóvenes santos” que la Iglesia destaca. Se trataría de colocar una imagen de algunos de ellos y pedir a la Auxiliadora que nos ayude a ser como ellos. Recordamos algunos ejemplos: San Francisco de Asís: siendo muy joven escuchó el llamado del Señor a ser pobre y restaurar la Iglesia con su testimonio. Santo Domingo Savio: le ofrecía a María Auxiliadora todos sus sufrimientos, cuando Don Bosco le enseñó que la santidad supone estar siempre alegres. Beato Ceferino Namuncurá, joven hijo de cacique de pueblos originarios en Argentina, que se hizo seminarista salesiano para llevar a su tribu a Jesucristo. ¿Conoces a Bartolomé Blanco? ¿Y a Laura Vicuña?