DÍA 21 – Flor de cerezo
CON FLORES A MARÍA
Procedente de Japón y otros países de Asia, florece por pocos días en primavera. Su belleza efímera dura apenas unos días, por lo que se convierte en símbolo vivo de la transitoriedad de la vida. Una fragilidad y fugacidad de la existencia, que invita a la contemplación y valoración de cada momento de la vida.
Sus delicados pétalos, al caer suavemente con el viento, nos recuerdan que nuestra existencia en la tierra es pasajera y que nuestro destino final, eterno, está en Dios. María, como la flor de cerezo, nos invita a mirar más allá de lo pasajero, a una eternidad fuente de sentido para nuestra vida.
Su fidelidad a Dios con la fragilidad de una esclava es, para los creyentes, un recuerdo de la belleza de momentos breves, pero intensos, de comunión con Dios y los hermanos.
Tiempo interior
Dedica un tiempo de reflexión al comentario del Evangelio