La catedral de Barcelona, la basílica de Santa Maria del Mar o el antiguo Monasterio de Sant Pau del Camp tienen una nueva cosa en común. Son tres de los ocho recintos de patrimonio eclesiástico barcelonés a los que se podrá acceder a través de la nueva tarjeta Barcino Sacra Card. La nueva iniciativa del Arzobispado de Barcelona en colaboración con Turismo de Barcelona para acercar el patrimonio eclesiástico de la diócesis al público visitante.
La tarjeta ha entrado en circulación el 1 de julio, tiene un precio de 47 euros y permite el acceso a los espacios durante tres días seguidos a partir de su activación. Los ocho monumentos que incluye son el antiguo monasterio de Sant Pau de Camp, la basílica de Santa Maria del Pi, el oratorio de Sant Felip Neri, la catedral de Barcelona, la Casa de la Almoina, la basílica de Santa Maria del Mar, el antiguo monasterio de Sant Pere de les Puel·les i, por último, el templo expiatorio del Sagrado Corazón del Tibidabo.
La compra de la tarjeta supone un 20% de descuento en comparación con comprar las entradas en los espacios por separado. Todas las visitas serán libres, a excepción de la catedral de Barcelona donde se deberá pedir cita previa por cuestiones de aforo. El documento de acceso se podrá adquirir online, presencialmente en los monumentos que participan y en la oficina de Turismo.
Descubrir sitios poco conocidos
Josep Maria Turull, director del Secretariado Diocesano de Turismo, Peregrinación y Santuarios y Comisionado de Barcino Sacra, ha explicado que es «un recorrido de 1.800 años de historia, con especial atención a la época medieval» centrado en el distrito de Ciutat Vella, con el excepción del Santuario del Tibidabo.
«La Barcino Sacra Card puede contribuir al descubrimiento de sitios poco conocidos», ha defendido Turull. Además de «descubrir, también, el significado de fe por el que ha dado lugar a ese espacio». El Comisionado ha afirmado que será una buena ayuda para el turismo exterior que vuelve a Barcelona y quiere descubrir nuevas caras de la ciudad, a la vez que será una invitación al público local a descubrir nuevos espacios que todavía no conoce.
El arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, añadió que querían dirigir la mirada de los turistas al patrimonio de la Iglesia de Barcelona. «No sólo por ver la belleza arquitectónica sino por descubrir los valores tradicionales que han hecho posible estos monumentos: las raíces cristianas», ha afirmado.
El presidente del Consorcio de Turismo de Barcelona, Eduard Torres, explicó que uno de sus encargos había sido poner la cultura en el centro del turismo de la ciudad. «Queremos un visitante interesado en nuestra cultura y forma de ser, respetuoso con Barcelona», aseveró. En esta línea, empezaron a colaborar con el arzobispado para crear ese «proyecto embrión» que no descartan que en el futuro se extienda más allá de Barcelona.
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