El Santo Padre Francisco aborda la situación del cambio climático en la Laudate Deum (“Alaben a Dios”) porque “un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo” (LD 73) después de la Carta Encíclica Laudato si’ promulgada en la Solemnidad de Pentecostés de 2015.
La Exhortación Apostólica Laudate Deum, dirigida a todas las personas de buena voluntad, está compuesta por seis Capítulos:
En el primero, “la crisis climática global”, el papa Francisco advierte que el cambio climático es innegable y sus efectos se hacen cada vez más evidentes “a pesar de algunos intentos de minimizarlos o ridiculizarlos” (LD 6). Además, lamenta que la principal causa de este problema es la actividad humana y añade que, si bien no podemos corregir tales daños, todavía podemos tomar medidas para evitar daños aún más graves en el futuro.
En el segundo Capítulo, el Santo Padre aborda el “paradigma tecnocrático” y subraya que la naturaleza no es un recurso a explotar sin fin, por lo que exhorta a reconocer que la ambición desmedida no es sostenible éticamente (LD 28).
En el tercer Capítulo, Francisco se refiere a “la debilidad de la política internacional” y destaca la urgente necesidad de la cooperación global a través de nuevos acuerdos multilaterales entre los Estados porque los enfoques actuales y pasados son insuficientes (LD 43).
En el cuarto Capítulo, el Papa reflexiona acerca de “las conferencias sobre el clima: avances y fracasos” y alienta a superar las posturas egoístas de los países en beneficio del bien común global (LD 44, 52) y en el quinto Capítulo reflexionar sobre el “¿qué se espera de la COP28 de Dubái?” si no queremos condenar a la humanidad.
En el último Capítulo, “las motivaciones espirituales”, el Santo Padre hace un llamado a las personas de todas las confesiones religiosas a reaccionar. A los católicos recuerda también que a la luz de la fe existe la responsabilidad del cuidado de la creación de Dios y que esto implica el respeto de las leyes de la naturaleza, el reconocimiento de la belleza y la riqueza de la creación divina.
Finalmente, el papa Francisco invita a caminar en comunión, juntos, sinodalmente, y al compromiso en la “reconciliación con el mundo que nos alberga” (LD 69).
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