Imagen generada en ChatGPT con DALL-E
La reciente toma de posesión como presidente estadounidense de Donald Trump, y su inmediata amnistía a aquellos seguidores suyos que asaltaron el Capitolio hace cuatro años, supone una vuelta de tuerca más en la sensación universal de que habitamos un mundo crecientemente polarizado: partidarios de la cultura woke contra tradicionalistas; los extremistas de izquierdas y de derechas ganando elecciones en muchos países; feministas clásicas contra feministas de tercera ola partidarias de la cultura queer; racistas contra inmigrantes o colectivos de diversidad cultural; amigos de cuerpos normativos contra sus contrarios…
En twitter (ahora X) y otras redes sociales las personas siguen a los que piensan lo mismo que ellas e insultan o descalifican a los que consideran sus rivales. Incluso en el mundo del deporte proliferan los insultos racistas y enfrentamientos entre hinchas radicales.
La política internacional es un campo donde aumenta dicha polarización: democracias seculares como Estados Unidos o Reino Unido, Francia, Alemania, Austria eligen (o están a punto de ello) a gobernantes o partidos con posturas muy extremistas. Cada vez mayor número de personas son gobernadas por dictaduras más o menos disimuladas: Putin (Rusia), China, Corea del Norte, Irán, muchos países africanos con guerras olvidadas, países hermanos como Nicaragua o Venezuela, etc.
La religión se mezcla a veces en estas disputas polarizadas. Una religión como el hinduismo, tradicionalmente pacífica y no violenta, está siendo también polarizada por el primer ministro de la India, Narendra Modi, político muy controvertido, tanto por su nacionalismo hindú como por su estilo personalista y autocrático. Algo de eso cuenta el ensayista indio Pankaj Mishra, que describe nuestro tiempo con buenos argumentos como “La edad de la ira”.
También en nuestra Iglesia Católica, incluso en nuestras conversaciones habituales, se cuela esta situación de permanente enfrentamiento con los que no piensan como nosotros. Ahí están algunos blogs “ultracatólicos” que dan vergüenza ajena por sus ataques a los enemigos que encuentran dentro de la Iglesia, comenzando por el propio papa Francisco.
Es fácil dejarse llevar por estas polémicas y divisiones. En la bula de convocatoria del Jubileo, Spes not confundit, el papa Francisco nos da pistas interesantes para evitar caer en esas posturas radicales:
- “La imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad” (n. 1).
- Se nos invita a ejercitar la PACIENCIA: “En la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el “aquí y ahora”, la paciencia resulta extraña… Redescubrir la paciencia hace mucho bien a uno mismo y a los demás. San Pablo recurre frecuentemente a la paciencia para subrayar la importancia de la perseverancia y de la confianza en aquello que Dios nos ha prometido, pero sobre todo testimonia que Dios es paciente con nosotros” (n. 5).
- “Es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia” (n. 7).
- “Necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente… Eso nos encierra en el individualismo y corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes” (n. 9).
En resumen: como educadores, como personas cristianas y salesianas… ¡seamos equilibrados y evitemos fomentar la polarización!
Un remedio a la polarización es la lectura, la formación; la escucha, el tiempo dedicado a fundamentar las propias opiniones y no dejarse llevar por el último titular del diario que dice lo que queremos oír.
La verdad se busca, se construye, como resultado de un esfuerzo que exige contrastar; profundizar. La pereza mental es una tentación, y repetir opiniones de otros sin fundamento es lo más fácil. Lo difícil es fundamentar críticamente lo que sabes. En este sentido, es una pena que la COPE, en vez de ser un elemento clarificador y crítico, se haya decantado por la polarización exacerbada. Basta escuchar a Carlos Herrera cualquier día, para percatarse de ello. Da vergüenza ajena.