Los daños para las familias son infinitos: casas destruidas, mobiliario y pertenencias arrasadas, y una infraestructura urbana gravemente afectada. La emergencia se extiende tanto en el centro como en las periferias, impactando con fuerza en una comunidad que ya venía golpeada por la pandemia y el temporal de diciembre de 2023.
Las cuatro Casas Salesianas de la ciudad —Emaús, Don Bosco, La Piedad y Educación Superior (Instituto Superior Juan XXIII y Universidad Salesiana)— se han puesto al servicio de quienes más lo necesitan. Además de atender a las familias más vulnerables, han priorizado la asistencia a estudiantes, docentes, familias y personal que han resultado afectados.
La ayuda que se requiere es en todos los sentidos: alimentos, agua potable, productos de limpieza, elementos de higiene personal y, sobre todo, acompañamiento en un momento donde el ánimo de la población se encuentra profundamente golpeado.
El Instituto Superior Juan XXIII sufrió la inundación total de su subsuelo, afectando la biblioteca de Educación Superior, la administración, el kiosco bufet y varias aulas. En los colegios Don Bosco y La Piedad, así como en la Universidad y el Instituto, el agua ingresó a las aulas, dañando mobiliario y complicando el normal funcionamiento de las instituciones. La comunidad salesiana también se vio afectada: la planta baja de la Casa Emaús quedó bajo el agua. A pesar de esto, la respuesta fue inmediata, con dispositivos de asistencia, centros de evacuación y donaciones, y un trabajo incansable en los barrios más perjudicados.
Las cifras actualizadas indican que las personas evacuadas han descendido a 963, mientras que el número de fallecidos se mantiene en 16. La empresa EDES informó que el servicio eléctrico se restablecerá en las próximas horas en un 65% de la ciudad, aunque muchas zonas continúan sin suministro.
Tras la declaración del estado de duelo por 72 horas, la ciudad intenta retomar la normalidad en medio de la crisis. A pesar de que el agua ha comenzado a retroceder en varias zonas, en sectores como Ingeniero White y Cerri aún persisten áreas anegadas, y el peligro no ha desaparecido.
Bahía Blanca vive horas de angustia y reconstrucción, con una población que resiste y se une ante la adversidad. Sin embargo, la magnitud del desastre hace que el camino de recuperación sea largo y complejo. La ciudad sigue necesitando ayuda, porque la emergencia aún no ha terminado.
Por su parte, a partir del martes 11 de marzo, la sede académica de la Universidad Salesiana abrirá de 9 a 18 para recibir donaciones de alimentos, agua potable, calzado y artículos de limpieza. Para quienes puedan sumarse a colaborar, autoridades, estudiantes, docentes y no docentes se encuentran trabajando en la Capilla San Dionisio y en el Club Danubio para ayudar a los barrios en los que se realizar el voluntariado de Apoyo Escolar y Oratorio.
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