La Familia Salesiana de Montilla volvió a latir al compás de una de sus devociones más queridas. Y es que las calles de la localidad se convirtieron en un río de fe y emoción con motivo de la solemne procesión de María Auxiliadora, una cita que este año adquirió un significado aún más especial: la conmemoración del 75.º aniversario de su coronación canónica.
Era una jornada esperada, deseada y cuidadosamente preparada por la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) y toda la Familia Salesiana. Desde hace al menos 125 años, esta devoción ha sido uno de los pilares espirituales de Montilla, una herencia transmitida con constancia y afecto de generación en generación. Y el 24 de mayo, como tantas otras veces, pero con una carga simbólica renovada, buena parte de la ciudad se volcó para rendir homenaje a la Virgen que, para muchos, es más que una imagen: es consuelo, guía y Madre.
A las 18.30 de la tarde, las puertas del templo salesiano se abrieron para dejar paso a la imagen restaurada de María Auxiliadora. La misma que desde el año 2019 no recorría las calles de su pueblo volvió a salir en procesión, envuelta en miradas emocionadas, con destino a la Plaza de la Rosa, un lugar cargado de simbolismo pues, en ese mismo enclave urbano, hace 75 años, tuvo lugar su coronación canónica, en un acto que quedó marcado a fuego en la memoria de Montilla.
La función solemne comenzó a las 19.00 de la tarde, con la Virgen presidiendo la plaza. El inspector de la Casa Salesiana, Fernando Miranda Ustero, ocupó la sagrada cátedra y ofreció una ceremonia cargada de significado. Era más que una misa: era una renovación del compromiso de fe de la Familia Salesiana de Montilla. Al término de la eucaristía, comenzó el recorrido procesional que llevó a María Auxiliadora hasta la Parroquia de San Francisco Solano.
No faltó la música. La Banda de Música Pascual Marquina acompañó el recorrido con sones cargados de sentimiento. Y entre esas notas, una pieza resonó con especial fuerza: Madre Salesiana Coronada, la primera marcha procesional compuesta por José Antonio Muñoz Pérez, un joven clarinetista de solo 16 años, miembro de la propia asociación que preside José María Córdoba.
Como broche de oro a la jornada, el cielo se iluminó con la tradicional sesión de fuegos artificiales, ofrecida, como cada año, por el empresario montillano Manuel Ceballos Carmona. Una explosión de luz y color que simbolizó la alegría y la gratitud de todo un pueblo.
De este modo, la Familia Salesiana de Montilla no solo celebró una procesión: festejó su historia, su fe y su capacidad para seguir latiendo con fuerza al compás de sus tradiciones. Porque hay actos que trascienden el calendario. Y este 24 de mayo, con María Auxiliadora recorriendo de nuevo las calles, fue uno de ellos.
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