El baile y el deán

2 noviembre 2021

La que se lió. El vídeo (de una realización impecable) de los artistas C.Tangana y Nathy Peluso rodado en la catedral de Toledo provocó un escándalo morrocotudo.

En el vídeo –titulado “Ateo”- los dos artistas cantan y bailan con coreografías que destilan sensualidad, provocación y erotismo. El texto de la canción va repitiendo “Yo era ateo, pero ahora creo porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo…”

La factura técnica de la grabación es impecable. La fotografía, los contrastes visuales, los movimientos de cámara, la angulación, el tratamiento de la luz… todo está muy bien. El contraste de la danza (en la que los artistas “perrean”) con la imagen seria de la Catedral llama la atención. También en la realización se juega con la frescura de los cuerpos de los jóvenes, contrastándolos con los rostros –entre circunspectos y curiosos- de los eclesiásticos que miran atónitos a los bailarines.

Ciertamente el efecto consigue epatar y llamar la atención.

Y se desató el escándalo. Muchos cristianos se sintieron ofendidos de que en un lugar tan emblemático se hubiera podido rodar este vídeo por el que la productora pagó 15.000 euros a la catedral.

Cristianos indignados ante lo que consideraron una burla blasfema organizaron un acto de desagravio para “purificar” la profanada catedral. El deán, que había permitido el rodaje, anunció su dimisión irrevocable, los artistas protagonistas no salían de su asombro, y la productora vio con alegría cómo se multiplicaban las descargas del vídeo y, consiguientemente, sus beneficios gracias a una publicidad original.

Yo miro con una cierta ironía y una cierta pena este desaguisado. Ciertamente que una catedral, en la que tantas generaciones de cristianos han celebrado su fe, se convierta en el escenario de un rodaje de este tipo es difícilmente comprensible. Luego miro con asombro las imágenes del posterior acto de desagravio y me parecen extrañísimas, cuando no surrealistas. Pero confieso que no consigue indignarme ni el vídeo ni el acto de purificación posterior.

Pero todo esto no es nuevo. También es cierto que auténticas hordas de visitantes sedientos de fotos se pasean por edificios emblemáticos, dando gritos, ataviados como si anduvieran por la playa, mientras se hacen selfis en medio de posturitas adolescentes y estúpidas. En ese sentido, pienso, muchas catedrales y lugares sagrados son profanados desde hace mucho tiempo por tipos que exhiben orgullosos una incultura supina y una zafiedad hortera auténticamente horripilante.

Lo que sí me preocupa es la lejanía que muchos sectores de la Iglesia viven con respecto a la cultura juvenil actual. Me parece de un buenismo casi ridículo dejar la catedral para rodar un vídeo de este cariz. Me parece patético que la persona que cedió la catedral desconociera quiénes son C.Tangana y Nathy Peluso. Bastaba con leer la prensa, C.Tangana había sido noticia este verano por publicar unas fotografías de contenido machista en la que aparecía rodeado de chicas en un yate. Nathy Peluso tiene un estilo musical en el que combina el hip hop, el reguetón y la salsa bailando new sexy style, que se caracteriza por utilizar movimientos sensuales muy bien definidos para que el resultado sea una coreografía sexy y muy atrayente. Ambos, Tangana y Peluso, utilizan este estilo de baile en el vídeo de la catedral. Creo que los dos son muy buenos artistas, pero no sé si su estilo era muy idóneo para un recinto sagrado. Lo triste es que personas que custodian un bien religioso y cultural de esas características no tengan ni idea de manifestaciones artísticas actuales.

Todo esto me hace pensar dos cosas:

Hay una urgencia en la comunidad cristiana de acercase sin miedo ni condenas a los nuevos lenguajes culturales para conocerlos y discernir sobre ellos. Hay que leer, ver, hablar, saber, tener relación con personas que puedan darnos a conocer estilos que nos suelen ser desconocidos. Hay que dialogar con la cultura -la Iglesia siempre lo ha hecho- pero no se puede andar con el lirio en la mano para que nos cuelen espectáculos que no conocemos por pura ignorancia.

Por otra parte, como educadores, debemos hacer un serio esfuerzo por enseñar a los jóvenes a saber estar en los diversos ambientes. Entrar en un gimnasio, en una mezquita, en un teatro, en una catedral o en un museo, por poner varios ejemplos, comportan una manera de vestir y de comportase diferentes para situarse siempre en una actitud educada y respetuosa.

No estamos, pues, ante un problema de escándalo sino de cultura. No es un problema de profanación sino de educación.

Habrá que tomar buena nota.

2 Comentarios

  1. Ana Calderón Márquez

    A mi, el vídeo en si no me molestó, pero hubo algunos gestos que me desagradaron al verlos.
    Pero lo mismo que no me pondría a bailar en medio de una misa por respeto, tampoco iría vestida como si estuviera en una playa si fuera a entrar en un museo.
    Simplemente porque la educación que recibí me recomienda recato en unos sitios y menos recato en otros.
    Es EDUCACIÓN.

    Responder
  2. Gambín Gallego José Miguel

    Muy buena reflexión, Josan. Atinada y documentada.
    Comprendo que ese vídeo no debió rodarse, y que pecaron de candidez (lo menos que se puede decir), quienes cedieron la catedral para ese rodaje. Por razones de ética y de estética.
    Pero echo de menos que quienes se sienten ofendidos por ese acto de mal gusto, se ofendan también cuando se profana la dignidad de las personas, que es lo más sagrado que existe. Me hubiera gustado ver esos ofendidos gritando ante los desahucios multitudinarios; contra las leyes que han permitido la precarización de las condiciones de trabajo; el aumento de la desigualdad, el desmantelamiento de la sanidad pública, los abusos a menores… Olvidamos frecuentemente que nunca se ofende más a Dios que cuando se patea la dignidad de los últimos, de los vulnerables, de los excluídos. Y ahí es donde quisiera ver yo al coro de lamentos y desagravios.

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