En una de las paredes exteriores de la entrada del Hospital Virgen de la Concha de Zamora hay una gran pancarta que dice: “Espacio de respeto”. No cabe duda que si en algún sitio tiene que producirse y abundar el respeto es en un hospital. Allí el ser humano está más frágil física y anímicamente, los sentimientos y los nervios están a flor de piel y los enfermos necesitan que los acompañantes y los visitantes sea más un bálsamo que les alivie.
Pero, el respeto no es exclusivo de un espacio de la vida humana, sino que tiene que estar a la base y como condición para una convivencia pacífica entre los seres humanos. El respeto hace referencia a la capacidad de valorar y honrar a las personas, tanto sus palabras como sus acciones, aunque no aprobemos ni compartamos todo lo que hagan. Es aceptar a la otra persona y no pretender cambiarla, no “querer hacerla a nuestra imagen y semejanza”. Es no juzgarla ni descalificarla por sus actitudes, conductas o pensamientos.
Tiene que haber respeto, y mucho, en la relación de la pareja, pues su falta es el pistoletazo de salida de muchos de su problemas, de una mala convivencia, rupturas e incluso de asesinatos. Los casos de esto, por desgracia, abundan.
Tiene que haber respeto, y mucho, de los hijos hacia los padres y de los padres hacia los hijos y eso no se sermonea sino que se vive. Diálogo, comunicación, confianza siempre, pero que eso no signifique que se acepten insultos, descalificaciones y otro tipo de violencia, incluso física. Los padres no son “amiguetes» o “colegas”, son padres. Por eso es muy importante enseñar a los niños desde pequeños el valor del respeto mutuo y eso se hace siendo modelo para ellos con nuestras palabras y, sobre todo, con las obras.
Tiene que haber respeto, y mucho, en las relaciones de los alumnos con los profesores y de los profesores con los alumnos. Sin respeto las relaciones escolares se llenan de tensiones y violencia. Casos cada vez más frecuentes.
Es importante el respeto porque sin él las relaciones interpersonales se llenan de conflictos y de insatisfacción. Si no respetamos a los demás, no van a respetarnos a nosotros, y si no nos respetamos a nosotros mismos tampoco vamos a ser respetados por los demás. El respeto es esencial para sentirnos seguros, para poder expresarnos tal como somos sin miedo a ser juzgados, humillados o discriminados. Es el lubricante de nuestras relaciones sociales.
¿Cómo enseñar a los niños el respeto? Con nuestro ejemplo: No gritarles, no utilizar etiquetas negativas; respetarles y no permitirles que nos falten al respeto; ponerles límites; disculparnos cuando nos equivoquemos…
En fin, ser espejo de respeto en que los niños puedan mirarse.
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