Lamin vive en un coche abandonado en un taller en Kinshasa; Abdul lo hace en un barco medio hundido en el puerto de Freetown; Mauro pasa las noches en un mercado en las calles de Luanda (Angola); Joseph debajo de un puente en Kampala (Uganda); Jaidev en la estación de trenes de Bangalore (India) y Erick sobrevive en un basurero en Perú… y así más de 100 millones de niños y niñas que pasan los días rodeados de peligros en la calles, expuestos a la violencia y a los abusos y sin el calor de una familia ni un hogar.
Más de 100 millones de menores en el mundo sobreviven en la calle, sin un lugar estable y lejos de sus familias. Es sólo una estimación porque no hay un censo oficial, ni causas comunes que puedan explicar la situación de este fenómeno visible en Asia, en América y en África, pero que va unido a la pobreza y a la violencia.
Son niños y niñas sin infancia, en continuo peligro, que sufren discriminación y que tienen la mayoría de sus derechos vulnerados por la falta de comida, de acceso a la salud y a la educación. Los misioneros salesianos en muchos países tienen programas para recoger a estos menores de las calles, darles refugio, comida, higiene, salud, ropa y educación, con el objetivo final de reintegrarlos con sus familias.
Para todos ellos hay una segunda oportunidad para dejar las calles, las adicciones y los delitos para sobrevivir. Los misioneros salesianos tienen en la mayoría de países donde se producen estas situaciones, programas de acogida y reinserción de menores. “No importa su pasado, tan sólo que estén dispuestos a cambiar su vida y ser los protagonistas de su futuro gracias a la educación”, asegura el responsable salesiano de uno de esos programas en Uganda.
Gracias a equipos multidisciplinares formados por trabajadores sociales, educadores, médicos y psicólogos, los misioneros salesianos salen al encuentro de estos chicos y chicas para ofrecerles un cambio de vida en un ambiente familiar. Dormir sobre una cama, tener ropa limpia, poder ducharse, comer tres veces al día… Honduras, Uruguay, Perú, Ecuador, Venezuela, Angola, Tanzania, Kenia, Madagascar, Uganda, RD Congo, Costa de Marfil, Sudán del Sur, Sierra Leona, Benín, India… son sólo algunos ejemplos de este trabajo que logra rescatar cada año de las calles a miles de menores.
“La educación se convierte en la mejor herramienta de cambio. Superan los traumas del pasado, ganan confianza, aprecian la acogida y el esfuerzo y se ponen metas para el futuro”, explican los misioneros salesianos de Costa de Marfil. En paralelo, los programas salesianos, junto con las autoridades, intentan localizar a sus familiares para lograr la reintegración familiar y ofrecerles un futuro lleno de esperanza y oportunidades.
Ante la conmemoración, este 12 de abril, del Día Internacional de los Niños de la Calle, desde MISIONES SALESIANAS pedimos a los gobiernos que no se olviden de los más de 100 millones de niños y niñas que viven en las calles. Queremos que sus derechos sean defendidos y protegidos, porque todos los menores necesitan un hogar en el que sentirse protegidos y atendidos.
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