Algo más que una cadena de favores, desde Jmelnistsky (Ucrania) hasta Salamanca

13 abril 2022

Marian Serrano

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Muchas veces encontramos por las redes sociales esos videos que nos remueven viendo como las personas tenemos esa capacidad de ayudar si nos sentimos ayudados. La historia de Mariam Fernández muestra cómo se puede movilizar una ciudad para ayudar a una familia porque siente que  “tenemos que hacer algo”.

Hace un par de semanas, el diario La Razón contaba la historia de una familia ucraniana que había recalado en Salamanca. El reportaje llevaba por título “La escarpada frontera entre la guerra y el cole” 

El cole al que habían llegado era Salesianos Pizarrales en Salamanca y la persona que los había llevado hasta allí una profesora del FP Básica del centro, Mariam Fernández.

Tecnología, contactos, alumnos, familia…asociaciones

Al otro lado del teléfono, cuando llamamos para preguntar cómo se le ocurrió la idea, se escucha una mujer vital. Capaz de llevar la conversación con nosotros y atender a sus dos hijos pequeños.

 “Cuando mi hermano de contó la historia de Dasha. La niña de 18 con la que mantenía contacto para mejorar su inglés. No pude por menos que decirle tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos parados”.

 Dasha es una estudiante brillante de primero de ingeniería informática. Su familia (madre y dos hermanos más) y una prima con su hijo pequeño, tuvieron que salir de su ciudad, Jmelnistsky. Dejando a los maridos allí porque los hombres pueden ser llamados a filas. Antes de salir ya habían conectado con Mariam y su hermano, y habían comenzado las conversaciones para acogerlos.

“Primero iba a ser solo Dasha. Luego hablando con su madre, Galya, al contarnos la historia no podíamos dejarlos allí. Ni a ella, ni a sus hijos, ni a su sobrina con su niño. Y sin pensarlo dimos el paso de comenzar el proceso para traerlos hasta nuestra casa”.

Horas de videoconferencias, con Anastasia como intérprete para ver cómo conseguir llegar hasta España. Anastansia es una niña de 18 años, novia del hermano de una alumna mía del cole. Es ucraniana y estuvo con nosotros conectada para conseguir entendernos del todo. Un amor”, afirma Mariam

Como Anastasia ennumera a todos sus contactos de WhatsApp, familias, conocidos, asociaciones que han aportado su grano de arena para acoger a esta familia en la ciudad castellana. La vivienda con Cáritas, el deporte en Salesianos María Auxiliadora y con contactos de amistad y familiares, la escolarización y el tiempo libre con Salesianos Pizarrales.

“Bendito WhatsApp por una vez sirve para algo”, ríe detrás del altavoz. “Si algo me está enseñando esta experiencia es que la solidaridad existe. Que a la gente le pides algo y te lo da, busca la oportunidad para ayudar. Estoy convencida”.

Escolarización “a la carta”

Salesianos Pizarrales ha acogido en sus aulas a los tres niños de las dos familias en 4º, 6º de primaria y 4º de la ESO. El objetivo: “aprender español”.

El departamento de orientación del centro ofrece las claves de cómo reconstruir la educación de quien ha dejado a su padre en Ucrania pendiente de que le llamen a combatir; de quien ha cruzado Europa entera pasando por campos de refugiados, viviendas de personas anónimas de buena voluntad; o de quien ha descubierto una Salamanca y un colegio salesiano que es todo acogida. Las claves de este proceso que se está siguiendo con estos alumnos recién llegados se basan en una serie de principios básicos pero fundamentales que cuentan con el apoyo de toda la comunidad educativa, desde las familias, los compañeros o todo el profesorado.

Por eso, más allá de los horarios, la escuela se convierte en una plataforma en la que concentrar los esfuerzos en la alfabetización a través fichas adecuadas, atención personalizada, actividades de escucha y concentración… y todo ello apoyándose de las nuevas tecnologías que van desmoronando la barrera del idioma a través del intercambio de teclados y las traducciones inmediatas, afirman Lorena Hernáez  y Patricia Poveda, orientadoras.

“Son mis amigos”

Los niños se están adaptando bien, las madres llevan otro peso. La incertidumbre para ellas es muy grande: no saben cuánto va a durar esta situación, cuánto van a estar así. No saben qué va a pasar con sus familias en Ucrania, con sus casas.

Mariam cuenta que además de la solución para vivir y la escolarización está siendo muy importante “moverlos” en la ciudad. Integrarlos en actividades de tiempo libre, de deporte a través de diferentes contactos, en el Centro Juvenil, en deportes de Salesianos María Auxiliadora, en judo, ping pong. “En todo lo que les haga llevar una vida tranquila, aquí”.

“Suelo tomar café con las mamás, mientras esperamos que los niños terminen las actividades. Ha sido incluir en nuestras vidas a unos amigos más. Ofrecerles nuestro tiempo. Hay veces que sólo necesitan tiempo, estar, ayudarles con los trámites. Qué conozcan nuestro sistema”.

Esta profesora de FP Básica de Salesianos Pizarrales está convencida de potencial de las personas, de la solidaridad, de que la amistad mueve montañas. 

“Es cierta la expresión: sí se puede. Hay mucho por hacer. Ahora las instituciones están acogiendo a grandes grupos. Es importante apoyar a estas instituciones y asociaciones. Viene rotos, con desconfianza. Necesitan apoyo, tiempo, necesitan encontrar personas de referencia fuera de su país, de su hogar, de sus familias”, concluye Mariam.

La imagen que ilustra esta información surgió en uno de esos paseos de las tres familias, la española y las ucranianas por Salamanca. Los más pequeños los hijos de Mariam, los más mayores los jóvenes ucranianos: «Volodar (10), Nazar (16), Ana (mi hija 9), Mark (12), Dasha (18), Mario (mi hijo 3)…es una foto muy espontánea y especial porque se pusieron todos a jugar».

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