Queridos Reyes Magos:
Espero que al recibo de ésta estén bien. Yo, bien, gracias a Dios.
Os escribo un año más para pediros aquellas cosas que más ilusión me hacen. Yo no he sido muy bueno, para qué vamos a engañarnos. Cada enero por estas fechas me hago muchos propósitos, pero luego, con el ritmo del año, lucho contra mis defectos y limitaciones y… a veces tiro la toalla. Buen, no obstante, un año más, intentaré cambiar.
Quiero deciros que cada vez creo más en vosotros. Si en este mundo nuestro hay cosas realmente serias son la magia y la fantasía. Por eso estáis ahí, siendo tan necesarios, tan importantes. Vuestra imagen está asociada a la ilusión y a la alegría… y en eso sí que creo. Hay quien dice que los Reyes son los padres; no me lo creo; muchos padres a sus hijos les compran las cosas para entretenerlos, para hacerles callar y que no molesten; eso no es lo vuestro. Me parece maravilloso que sigáis estando ahí, alentando la ilusión en Navidad, ayudándonos a redescubrir lo mucho que hay de niños en nuestra historia. No me creo mucho que seáis reyes. Magos, sí, desde luego, pero Reyes…
Bueno, vayamos a lo nuestro, vamos, a lo mío. Para este año sólo deseo que me traigáis una cosa: tiempo.
Tiempo. Para perderlo, saborearlo, dedicarlo a los amigos, a Dios, a la gente que quiero, a los demás. Me gustaría que me trajerais un buen saco de tiempo para no andar todo el día de un lado para otro, haciendo cosas que luego no sé muy bien para qué sirven. Creo que mis amigos necesitan de mí y yo de ellos, y a veces el tiempo ejerce de tirano impenitente y no permite que nos juntemos. El año pasado os pedí un móvil nuevo para acercarme a los amigos en estos tiempos del estrés y la distancia. Qué desastre, el móvil me inmovilizó más y más, y me distanció de la gente a la que quiero. Cuando me di cuenta, llevaba meses sin verles y me dedicaba a mandarles mensajitos electrónicos como un robot. Si me trajerais un poquito de tiempo, también podría leer algo más y aprovecharía para ir al hospital a ver algunos enfermos amigos… hasta dedicaría una tarde para ir a ver a una vecina viejecita que hace poco se cayó y se ha roto la cadera.
Os pido el tiempo para perderlo con los niños, con los ancianos, con los sencillos, conmigo mismo. Os pido el tiempo para saborearlo despacio junto a Jesús. Cuando pienso que vosotros os pusisteis en camino hacia vete tú a saber dónde en busca del Niño Dios… Vosotros sí que lo dejasteis todo para buscarle; atrás quedaron vuestros reinos, o repúblicas…o países, o lo que fuera.
Con el saco de tiempo no hace falta que me pongáis el manual de instrucciones. Ya lo tengo. La teoría ya la sé… creo que soy yo el que no se aprovechar el tiempo que tengo ahora.
Me gustaría también, si no es mucho pedir, que me trajerais acierto para acercarme a los adolescentes y a los jóvenes con los que diariamente comparto mi vida. Yo cada día soy un poco mayor… y ellos tienen un lenguaje nuevo, unas maneras distintas y un estilo diferente. Traedme confianza inquebrantable en los chavales, paciencia y mucho cariño para caminar a su lado sin hacerme pesado contagiándoles ganas de ser alegres y buenos.
Casi no me atrevo a pediros que traigáis un poco de paz, porque sé que en vuestro Oriente querido, las cosas andan chungas, las bombas mandan; parece mentira, en estos tiempos Dios está en boca de todos para justificar las tropelías de unos y otros y no podéis casi ejercer de magos en vuestra tierra ; los balcones de las casas de los niños deben estar en ruinas para dejar juguetes… y muchas criaturas han perdido la expresión y la capacidad de soñar de tal manera que dudo incluso de que vosotros, con vuestra magia y vuestros camellos cargados de fantasía, podáis renovarles la sonrisa. Vosotros tenéis experiencia de esto, tratasteis con Herodes que provocó una masacre de criaturas… hoy son muchas las personas de todas las edades, también niños y niñas, que tienen que huir como lo hizo la Sagrada Familia en pateras y cayucos jugándose la vida para llegar a una Europa en la que puedan refugiarse del horror. Dejadles, por favor, carbón a los que acaban con la sonrisa de los niños y niñas a fuerza de fanatismos, guerras y terror. Oro, ya lo tienen; incienso, se lo dan a sí mismos, mirra… bueno, la mirra no sé muy bien qué es.
Queridos Reyes Magos: dadnos tiempo y ganas para buscar a Jesús, como vosotros lo buscasteis, dadnos valentía para no sucumbir ante reyezuelos que, como Herodes, intentan desviarnos del camino; dadnos sentido del humor y del amor para ilusionarnos por la vida. Que veamos vuestra estrella y que nos mueva en la misma dirección a la que vosotros fuisteis y de la que salisteis renovados, cumpliendo año tras año con la hermosa misión de alegrar la vida de los niños.
En el balcón, como cada año, os dejo unas naranjas y una botella de vino para el camino. También un poco de pienso para los camellos, los pobres.
Prometiendo que el año que viene cambiaré y seré más bueno, os manda un beso con todo el cariño,
Josan Montull
Me ha encantado tu carta, ojalá te traigan los Reyes todo todo lo que les pides. Gracias.