El tema elegido es “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Si hacemos una lectura sosegada del Instrumentum Laboris (IL) nos encontramos con un texto maduro, con un índice razonado de temas, que recoge y ordena las principales aportaciones recibidas durante la etapa de preparación, y servirá como base para el diálogo entre los padres sinodales.
En la última entrega para el Boletín Salesiano presenté el documento en su estructura y contenidos. En esta ocasión ofrezco algunas claves para su lectura. Me pregunto si podemos descubrir algunos hilos que recorren y sustentan el texto. De entre los posibles hilos, personalmente destaco: la fe, la vocación, las mediaciones y la vida ordinaria.
La fe está en todo
Este documento habla continuamente de la fe. Veo aquí una clara opción de quienes han redactado el texto. Quizás nos quieran hacer ver que la fe está en todos los momentos de la vida, recorre la existencia, ilumina nuestra vocación, ayuda cuando tomamos decisiones. La fe está en todo. Este documento propone la transversalidad de la fe y, por eso, no encontramos un momento específico en el que se hable de la fe, porque se va hablando continuamente de ella.
Es estimulante comprobar que el IL del próximo Sínodo presenta la fe como luz, don y camino. “La fe es ante todo un don que se acoge y su maduración es un camino que recorrer” (IL 82). Nuestra realidad cotidiana hace ver la fe de esta manera.
La vocación ilumina al hombre
Una de las palabras más importantes de este Sínodo es la palabra vocación. El IL hace ver que la vocación va unida al problema del hombre. ¿Qué es ser hombre o mujer en este tiempo? La vocación es el horizonte desde el que se mira al hombre. En un momento del documento se dice que “somos llamados, para salir de uno mismo, hacia la plenitud de la alegría y del amor (IL 88-90)”. Desde mi punto, aquí está en esencia descrito lo que es un hombre o una mujer.
Encuentro todo esto resumido en la referencia que hace el IL al evangelio del joven rico. “El Maestro de Nazaret no apoya el proyecto de vida del joven ni propone su coronación; no recomienda un esfuerzo extra, ni tampoco, en el fondo, quiere colmar el vacío del joven, que le había preguntado: ‘¿qué me queda por hacer?’ al menos, no quiere colmarlo confirmando la lógica de planificación del joven. Jesús no colma un vacío, sino que le pide al joven que se vacíe, que haga espacio a una nueva perspectiva orientada al don de sí a través de un nuevo enfoque de su vida generada por el encuentro con quien es el ‘Camino, la Verdad y la Vida’. De esta manera, a través de una verdadera desorientación, Jesús le pide al joven una reconfiguración de su existencia. Es una llamada al riesgo, a perder lo ya adquirido, a confiar. Es una provocación para romper con la mentalidad de planificar que, si es exasperada, conduce al narcisismo y a encerrarse en uno mismo. Jesús invita al joven a entrar en una lógica de fe, que pone en juego su vida en el seguimiento, precedida y acompañada por una intensa mirada de amor: ‘Jesús lo miró con amor y le dijo: sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme’” (IL 84).
Mediaciones creíbles, coherentes y auténticas
Cuando hablamos de mediaciones hablamos de la Iglesia, la comunidad, el Pueblo de Dios en sus distintas vocaciones. ¿Qué pide este IL a estas mediaciones? Principalmente pide credibilidad, coherencia y autenticidad. Son importantes peticiones que el IL las va repitiendo una y otra vez, unas veces referidas a la Iglesia, otras a las comunidades cristianas, otras a lo pastoral, y también a los educadores.
En un momento del IL se dice de esta manera: “Los jóvenes ya no se vinculan a las instituciones como tales sino más bien a las personas que, dentro de ellas, comunican valores con el testimonio de sus vidas. A nivel personal e institucional, coherencia y autenticidad son factores fundamentales de credibilidad” (IL 60).
La vida cotidiana
Creo que el IL hace una apuesta decidida por la vida cotidiana. “El mejor modo de anunciar el Evangelio en nuestro tiempo es vivirlo en la vida cotidiana con sencillez y sabiduría, demostrando así que es sal, luz y levadura de cada día” (IL 208). Quizás para algunos esto es demasiado poco, en cambio, para otros esto es lo fundamental.
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