La jornada comenzó el sábado a las 10:00 h, donde los participantes se sumergieron en la primera parte del programa: “Luces y sombras de nuestro mundo”. Durante la sesión, se abordaron diversas temáticas que invitan a la reflexión crítica. Se destacó la “sociedad del riesgo” y sus manifestaciones actuales: desde la pandemia del COVID-19 hasta el terrorismo, pasando por la guerra, el cambio climático y la dependencia digital. Los participantes, en un momento de gran grupo al final de la mañana. compartieron experiencias y reflexiones sobre cómo estas realidades afectan a sus realidades locales y cómo pueden contribuir a un cambio positivo.
Asimismo, se exploró la “sociedad del cansancio”, analizando la presión constante sobre los individuos, la hiperactividad y el desgaste emocional que enfrenta la juventud actual. El concepto de “ocaso del compromiso” generó un intenso debate, con reflexiones sobre la ética contemporánea y la desafección social. Se subrayó la importancia de la búsqueda de sentido en un mundo que a menudo parece desconectado y superficial. Las voces de solidaridad y la necesidad de cuidar “la casa común” resonaron fuertemente entre los participantes.
Enviados a un pueblo de jóvenes
El sábado por la tarde, completando una profunda jornada de reflexión, la segunda parte se enfocó en Don Bosco como guía para un pueblo de jóvenes. Gómez Palacios destacó cómo Don Bosco se erigió como líder, utilizando su vida como un ejemplo para motivar a los futuros educadores y personas educadoras a asumir un rol activo en la formación integral de los jóvenes. Los asistentes exploraron las cualidades de un buen líder, sustentadas en el modelo del Buen Pastor y en la figura de Moisés como guía del pueblo. Como complemento se ofreció un taller para trabajar con las “cosas de Don Bosco”.
Finalmente, en la tercera parte, el domingo, se propuso una visión renovada de la cuaresma: “Las otras cuaresmas”. Los participantes viajaron a través de historias bíblicas, desde Noé hasta el Siervo Yahvé, descubriendo un simbolismo nuevo en el número 4 y 40, que invita a una reflexión sobre la vida, la esperanza y el compromiso social.
Las convivencias culminaron con un espacio para compartir propuestas concretas para aplicar lo aprendido y la celebración de la eucaristía, preparada entre todos. Fue un fin de semana enriquecedor que dejó a todos los participantes con un renovado sentido de fe y una llamada a la misión dentro de sus contextos educativos y sociales. En conclusión, estas Convivencias Cristianas de Allariz lograron generar un espacio de diálogo, reflexión y compromiso para educadoras y educadores, ofreciendo herramientas y perspectivas que promueven el fortalecimiento de la fe y la actividad social en nuestra juventud.
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