El Papa Francisco recibió en audiencia al cardenal salesiano Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y autorizó a la misma Congregación promulgar el Decreto relativo a las virtudes heroicas del Siervo de Dios José Augusto Hlond. La reunión se celebró el pasado 19 de mayo en el Vaticano.
El cardenal Hlond nació el 5 de julio de 1881 en la ciudad polaca de Brzęczkowice y murió en Varsovia el 22 de octubre de 1948. Fue el segundo de 11 hijos. Recibió de sus padres una fe simple pero profunda, y se hizo salesiano. Ordenado sacerdote en 1905, se ocupó de los jóvenes, especialmente de los pobres, con el carisma de Don Bosco. Vivió entre la gente, compartió las alegrías y los sufrimientos de las personas más sencillas. Sin embargo, fue el Papa Pío XI quien le confió la misión de apoyar a la organización de la Silesia polaca. De la mediación entre alemanes y polacos nace en 1925, la diócesis de Katowice, donde se convirtió en obispo. En 1926 fue arzobispo de Gniezno y Poznan y primado de Polonia. Al año siguiente, el Papa lo nombró cardenal. En 1932 fundó la Sociedad de Cristo para los emigrantes polacos, destinada a ayudar a los compatriotas que abandonaron el país.
En marzo de 1939, el ya cardenal Hlond participa en el cónclave que elige a Pío XII. El 1 de septiembre del mismo año, los nazis invaden Polonia y se inicia la Segunda Guerra Mundial. El cardenal levanta su voz contra las violaciones de los derechos humanos y la libertad religiosa que hace Hitler. Obligado al exilio, se refugia en Francia, denunciando la persecución contra los judíos en Polonia.
La Gestapo lo detiene y lo interna primero en Lorena y luego en Westfalia. Fue liberado en 1945, regresa a su tierra natal, donde se encuentra con el régimen comunista recién instaurado. El cardenal defiende valientemente a los polacos de la opresión marxista, y se libra de varios atentados. Murió el 22 de octubre de 1948, a la edad de 67 años.
El Cardenal Hlond era un hombre virtuoso, un ejemplo brillante de salesiano y un generoso pastor austero y con visiones proféticas. Obediente a la Iglesia y firme en el ejercicio de la autoridad, demostró humildad y constancia en los momentos de mayor prueba. Cultivó la pobreza y practicó la justicia para los pobres y los necesitados. Las dos columnas de su vida espiritual se forjaron en la escuela de San Juan Bosco y fueron la Eucaristía y María Auxiliadora.
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