El Gobierno de Pedro Sánchez está preparando un proyecto educativo en el que se introducirán modificaciones sustanciales de la LOMCE. Según anunció la ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, la denominada «demanda social» dejará de ser un factor determinante para la oferta de plazas escolares. De esta manera, los colegios concertados no podrán ampararse en la demanda de las familias para solicitar más plazas, como se puede hacer hasta ahora. «La red pública tendrá preeminencia, mientras que la concertada será complementaria de las necesidades de escolarización», manifestó Celaá.
La respuesta de Escuelas Católicas a este anuncio no se ha hecho esperar. Desde la entidad muestran su sorpresa por el cambio de rumbo de la ministra, que ha pasado de ofrecer «diálogo y voluntad de alcanzar un Pacto Educativo estatal» a defender «planteamientos que atacan frontalmente a los principios de libertad de enseñanza y que generan división, preocupación y controversia en el ámbito educativo».
«Una libertad de enseñanza que implica, por una parte, la libertad de creación de centros y, por lo tanto, de oferta de un proyecto educativo concreto; y por otra, la libertad de las familias a elegir el tipo de centro conforme a sus convicciones y deseos para sus hijos», remarca Escuelas Católicas en un comunicado.
La entidad sostiene que la LOMCE no favorece a la enseñanza concertada. La «demanda social» se basa en el reconocimiento de «las decisiones de los padres a la hora de elegir centro», por lo que «es plenamente coherente y consecuente con el Artículo 27 de la Constitución». En este sentido, recuerdan que la misión de los poderes públicos «no es dirigir la opción de las familias, obstaculizando el ejercicio de los derechos de los padres, sino tener en cuenta precisamente la elección que estos realizan».
Sobre la Asignatura de Religión
Escuelas Católicas también se muestra en contra de otra de las medidas anunciadas por la ministra de Educación: que la asignatura de Religión deje de ser computable para la nota media. En el comunicado, defienden que se mantenga como materia curricular análoga al resto de asignaturas, no solo en virtud de «los Acuerdos vigentes suscritos con la Santa Sede», sino también porque consideran inconcebible lograr «la formación integral de la persona» (CE Art. 27.2) «omitiendo todo lo que tiene que ver con la Religión, la Historia de las Religiones o, incluso estudiar las formas en las que las distintas civilizaciones han afrontado el sentido de trascendencia».
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