Uno de esos pueblos atacados fue Shasha, donde los misioneros salesianos cuentan con una pequeña obra y en la que hace un año miles de personas se instalaron tras otro estallido de violencia. “Muchas de las que estaban en el campo se marcharon. Nosotros, junto a algunas personas mayores, niños y niñas, nos quedamos en casa”, explican los misioneros. Hoy los misioneros han podido ser evacuados. A tan sólo 35 kilómetros de Goma, Shasha es una zona de combate abierto.
Los misioneros salesianos en Goma siguen atendiendo y dando apoyo a las personas desplazadas en los campos de refugiados de la ciudad y, sobre todo, en Don Bosco Ngangi. En el campo de fútbol de este centro salesiano, se levanta hoy un asentamiento de refugiados que alberga a más de 3.500 familias. “Aquí distribuimos alimentos y artículos de higiene, ofrecemos alimentación extra para los niños y niñas, realizamos actividades de ocio con ellos…”, nos cuentan los salesianos.
Son muchas las necesidades para atender a la población desplazada y los misioneros salesianos hacen un llamamiento para poder llegar a más personas. “Queremos que los niños y niñas puedan ir a la escuela a pesar del conflicto y de su condición de desplazados, queremos que los jóvenes puedan formar y promover actividades generadoras de ingreso, queremos que tengan acceso a la salud y construir un centro ambulatorio en Ngangi…”, recalcan los misioneros.
Desde 2022, el conflicto ha obligado a más de un millón de personas a abandonar sus hogares y ha provocado un desastre humanitario en una región devastada por un conflicto que comenzó hace más de 30 años.
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