Misionero en África durante más de 40 años, siempre ha demostrado una gran entrega a la misión evangelizadora, una admirable sencillez y un testimonio de coherencia y autenticidad personal.
La eucaristía de funeral tuvo lugar la tarde del día 7, y la conducción del cadáver al panteón salesiano del cementerio de Carabanchel, al día siguiente, 8 de febrero.
Siempre que despedíamos a Agustín de vuelta a África, tras sus breves estancias con nosotros, le decíamos eso de: «Que Dios te bendiga». Y él nos corregía: «No. Dios me bendice, Dios te bendice y nos bendice a todos». Seguro que Agustín, que ha sentido el amor de Dios durante toda su vida, y ha sido testigo de ese amor a tantos niños y jóvenes en España y sobre todo en Guinea Ecuatorial, ya está experimentando totalmente el Amor de Dios que le llama como a «siervo bueno y fiel». Descanse en paz.
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