El 8 de marzo celebramos el “Día internacional de la mujer”, y nos parece oportuno reflexionar sobre algunas de las causas que generan inequidad y relaciones desiguales entre mujeres y hombres.
Social y culturalmente se han ido adjudicando una serie de roles a hombres y mujeres, que en ambos casos han condicionado las formas de actuar, sentir y relacionarse entre sí. Es decir, se han ido perpetuando “valores de hombres” y “valores de mujeres”, que no solo han generado discriminación, también sometimiento y violencia, unas veces de manera más sutil y otras veces de forma explícita.
No obstante, estamos en un nuevo camino donde las reglas establecidas de inequidad entre ambos sexos están cambiando hacia nuevas relaciones más justas e igualitarias. Es necesario repensar los roles adjudicados a cada cual para que no solo las mujeres tengan que ser las cuidadoras, sensibles, domésticas… y no solo los hombres tengan que ser los valientes, fuertes, exitosos…
Si educamos a niños en que no pueden expresar sus miedos, que si lloran son “unas nenas” o que pueden ser brutos porque son niños, nos encontraremos con adolescentes y hombres más agresivos, controladores y con preponderancia ante el supuesto “sexo débil”.
Si educamos niñas sumisas, dependientes, “princesitas que esperan a un príncipe azul”, nos encontraremos con adolescentes y mujeres condicionadas por decisiones de hombres que normalizan un cierto grado de violencia.
Cada día, desde la educación podemos contribuir a establecer unas relaciones más justas entre mujeres y hombres, donde el comportamiento de cada persona no esté condicionado por su sexo.
En la Iglesia también podemos contribuir a cambiar el papel que a veces se asigna a las mujeres, como dijo el Papa Francisco en el 25 aniversario de la carta apostólica “Mulieris Dignitatem” de San Juan Pablo II. «Sufro, lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que la función de servicio de la mujer, que todos tenemos y debemos tener, se transforma en un papel de servidumbre».
El Papa ha incorporado a mujeres en diferentes comisiones (Comisión Teológica Internacional, Comisión de investigaron de las finanzas vaticanas, Comisión Pontificia de Protección de Menores), pero ya en 2015 insistía en seguir avanzando: «estudiar criterios y modalidades nuevas para que las mujeres no se sientan invitadas sino participantes a título pleno en los distintos ámbitos de la vida social y eclesial. Este desafío no se puede retrasar más».
Joaquín Rodríguez,
Director de la ONGD Solidaridad Don Bosco
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