El semáforo parpadeaba y yo dudaba si cruzar o esperar. A mi lado ella, de aspecto deportivo y con una sonrisa de esas que llaman la atención.
– ¿Cruzamos? ¡Da tiempo!
– Venga
Y allá que fuimos las dos corriendo muertas de la risa. Un poco justo, sí, pero dio tiempo. Se alejó corriendo mientras yo me recuperaba de la carrera y emprendía la marcha hacia la estación de tren. Supongo que no volveré a verla, pero en mi cabeza daban vueltas sus palabras, su invitación, ese empujoncito que a veces nos hace falta de alguien para comenzar una tarea, por insignificante que parezca. Creo que no hubiera cruzado de no ser por su gesto para hacerlo juntas. ¡Cuántas veces no he hecho cosas por falta de confianza en mí misma!
Yo quisiera ser así también para otras personas, cuando fallen las fuerzas, el ánimo, la esperanza, ser alguien capaz de acompañar durante un trecho del camino, el que cada uno quiera, ser alguien que se alegre con las buenas noticias de los demás y sepa estar, escuchar, dar la mano en las no tan buenas…
Tengo una amiga que es así, pero no solo conmigo, nunca siente envidia por los demás cuando les pasan cosas positivas, todo lo contario, se alegra de corazón, le encanta ver a otros felices; no todo el mundo tiene esa capacidad. Es un don que ella cuida y fortalece a diario.
Hace poco compartí con esta amiga una noticia que era importante para mí, para mi propio interior diría yo, no era nada extraordinario, pero se alegró de veras, lo celebró y me invitó a hacer lo mismo. La frase que me regaló queda escrita hoy en este rincón literario. “Hoy llevo una sonrisa en tu nombre”. Y sé que fue así, aunque quizás su día no fuera tan bueno como el mío mantuvo esa sonrisa por lo que me había pasado.
Alegrarse por el bien del otro, valorar su esfuerzo, cargar incluso a veces con “su mochila” nos hace enormemente humanos y nos deja vislumbrar esa mirada de Dios que se conmueve por las cosas sencillas que nos ocurren a diario.
Desde aquí un gracias inmenso a la primera mujer con la que me encontré en el semáforo porque me recordó la importancia de confiar, de ser valiente cuando otros deciden impulsarme; y a mi amiga que ha decidido acompañarme en este trocito de la vida y su alegría sincera, confiada, me ha hecho empezar a sonreír también por todo lo bueno que les pasa a los demás.
¿Por qué nombre llevas tú hoy una sonrisa?
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