La cruz de Lucía

El Rincón de Mamá Margarita

7 abril 2022

Llegó al pueblo hace unos meses. Casi con lo puesto. Buscaba un cirineo, pero nadie estaba por la labor. “Una cruz, vale, pero dejar la mía para llevar otras… Eso es para los santos”. Llamó primero a las puertas de las casas más lujosas del lugar. Silencio en el mejor de los casos, indiferencia casi siempre, desprecio en alguna ocasión.

Lucía siguió buscando, esperanzada, le habían dicho que en aquel lugar había gente buena, solidaria, que te ayudaba a cargar la cruz, aunque la suya también fuera pesada. “Solo una puerta más, seguro que esta se abre, me siento ya sin fuerzas… pesa mucho”. Eligió una casa pequeña, cercana a la escuela del pueblo, la casa de la maestra. Ella tenía mucho que hacer: mantener la escuela, atender a los alumnos, a sus propios hijos, una madre anciana… Aurora escuchó a Lucía con toda la atención y el amor que pudo. Pensó en sus propias cruces. En la cuesta empinada que recorría cada jornada, apenas tenía tiempo para atenderlo todo. Lucía requería atención, cariño, pronto necesitaría un trabajo si quería sobrevivir en el pueblo. No era su problema, no era su cruz. Podía decir que no, nadie se lo reprocharía. Hay otros pueblos, otras casas, otras puertas. ¿Para qué complicarse la vida?

–No es la cruz, es la Resurrección lo que se te ofrece. –La voz de su madre la sacó de sus pensamientos.

–Mamá, ¿qué dices? Explícate, por favor.

–Que estás mirando solo el lado de la cruz, pero Lucía es también la Resurrección. La oportunidad de que la luz gane a las tinieblas, el bien sobre el mal… Las buenas maestras enseñan la verdad, ¿qué verdad ves en Lucía?

–Veo lo que puede llegar a ser, trae la muerte pegada al alma, pero tiene toda la vida por delante.

­–Pues lleva su cruz un tiempo para que pueda resucitar.

Lucía acabó Magisterio a los 29 años, hoy ayuda en la escuela, especialmente a los niños con más dificultades. Encima del encerado hay puesta una cruz, todas las mañanas Aurora y Lucía la descuelgan, la cogen entre sus manos entrelazadas y dan gracias. El domingo de Resurrección abren la escuela al pueblo y hacen una fiesta. Solo Aurora y su madre comprenden bien el por qué.

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