A los 9 años se vio obligado a dejar su hogar. Su viaje fue mucho más que una aventura por lograr el éxito en el fútbol. Kareem se enfrentó a situaciones extremas que lo llevaron a migrar como menor no acompañado, ser víctima de engaños y llegar a España con apenas 12 años.
Hoy, con un sueño cumplido, estudia Educación Social en la Universidad de Granada. La suya es una historia de lucha, resiliencia y esperanza que desmantela los mitos sobre las migraciones y los menores que viajan solos.
Por Kareem
Mi nombre es Kareem, tengo 23 años y nací en Costa de Marfil. Llevo desde los 9 años fuera de mi país, por lo que ya no lo siento tan mío. De hecho, estoy en tramitación de la nacionalidad española, ya que llegué a este país a los 12 años.
Antes de contar mi historia, me gustaría contextualizaros sobre mi país, ya que soy consciente del gran desconocimiento que hay en torno a África en general y sobre las migraciones en particular, así como todos los estigmas sobre los niños y las niñas que viajan solos, esto es, los llamados MENAS. Yo fui un menor no acompañado.
Costa de Marfil es un país próspero y mi familia siempre ha sido una familia acomodada, se dedican al comercio del cacao fundamentalmente. Vivía en la capital económica, Abiyán, en una casa que podría ser cualquiera de las que tenemos aquí en Granada, donde vivo actualmente. Me he dado cuenta de que todo el mundo piensa que los africanos migran porque se mueren de hambre y son pobres. Además, hablan de África como si fuera un todo, siendo cada país de una manera y teniendo realmente unas circunstancias muy diferentes.Un viaje inesperado
Desde pequeño siempre fui muy buen estudiante, sacaba muy buenas notas a pesar de que en mi familia no había referentes en este sentido. También desde muy pequeño destacaba en el futbol, y mis padres me enviaron a una escuela de deporte marfileña en la ciudad de San Pedro, donde estudiaba y entrenaba.
Sin saber por qué ni como, un día me llevaron al aeropuerto junto con mi primo, que tiene un par de años menos que yo. Me recuerdo llorando, solo me decían que había una oportunidad muy buena para los dos, pero yo no quería. Mis padres tenían ilusión por mí, ya que una escuela en El Cairo (Egipto) nos daba la oportunidad de estudiar y entrenaren un equipo de futbol muy bueno. A mí me gustaba muchísimo el futbol, pero yo era un niño y no quería irme de mi casa.
Ahí empezó todo, todo lo que a día de hoy yo considero que fue una estafa a mi familia a través de dos niños. Nos acompañaba un señor de la antigua escuela, que se convirtió en nuestro representante y cuidador. Primero estuvimos unos meses en Túnez, donde se supone que estábamos esperando el visado para Egipto. Finalmente llegamos a El Cairo y estuvimos un año y medio estudiando y entrenando. Sin embargo, las cosas no iban bien, había algunas cosas raras y mi primo y yo nos empezamos a dar cuenta. Un día de repente, este hombre que nos llevó desapareció, y nos quedamos solos en el país. Ya ni siquiera jugábamos, y obviamente no teníamos dinero ni capacidad para pensar qué hacer.
De la promesa al abandono
Contactamos con nuestra familia y, de repente, nos dijeron que les habían hablado de otra escuela de futbol en Francia. Nos enviaron por correo postal unos billetes para Marruecos, y allí que fuimos, dos niños menores subiendo a un avión, sin saber muy bien nada. Yo pensé ¿por qué no vuelvo a casa con mi familia en vez de ir a otro país? Supongo que esa fue la segunda estafa, mi familia seguramente pagó mucho dinero para todo lo que vendría después, aunque pensaban que estaban invirtiendo en mi futuro.
En Marruecos la persona que se supone que nos iba a facilitar el viaje a Francia, nos llevó a Rabat y nos quitó todo, los ordenadores portátiles, la ropa, todo lo de valor, y nos llevó a un campo. En este campo había muchísimas personas, y allí estuvimos durante semanas al aire libre, bañándonos en el río y comiendo lo que había. En el grupo no había más niños, así que nos cuidaron entre todos. No sabíamos muy bien qué hacíamos allí, hasta que una noche un hombre nos dijo que nos íbamos. Caminamos muchas personas durante muchas horas de noche, hasta que llegamos a una playa. Unos hombres nos indicaban todo, unos hombres que nunca más vimos. Ahí nos enteramos de que al final íbamos en barco. Yo no sabía qué era una patera. Ya os podéis imaginar qué significa subirse a una embarcación que no es legal, siendo un niño y sin saber muy bien nada más.
Kareem actualmente estudia Educación Social en la Universidad de Granada | Fundación Don BoscoUna nueva vida en España
Llegamos a Motril y nos llevaron a un lugar parecido a una cárcel, un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). Después nos llevaron a mi primo y a mí a un centro de menores, y empezó mi camino tutelado por la Junta de Andalucía.
Aunque era muy pequeño, recuerdo que al llegar a España me sentí liberado de todas las imposiciones de mi familia. Me hicieron viajar sin mi consentimiento, no me preguntaron si quería ser una estrella del futbol o si prefería quedarme en mi casa, y siempre me sentí muy presionado para continuar con el futbol. No les juzgo, hay muchos mitos en torno a esto y a mis padres les prometieron que su hijo triunfaría. En el centro de menores rápidamente me escolarizaron y pensé que la idea del futbol no era mía, que a mí me gustaba el futbol, pero más me gustaba estudiar.
Obstáculos y nuevos comienzos
No ha sido fácil ir en contra de lo que esperan de uno, y he tenido que enfrentarme en muchas ocasiones a la barrera gigante de cumplir mi sueño de estudiar.
Aprender un idioma completamente desconocido, incorporarme al sistema educativo español y esforzarme muchísimo para llegar al nivel de la clase, ha sido un reto. Por cierto, ahí conocí a la Fundación Don Bosco, ya que acudía a clases de refuerzo por las tardes con ellos.
Después conseguí entrar en el Grado Medio de Ocio y Tiempo Libre y trabajé mientras lo cursaba. Del centro de menores pasé al Programa de mayoría para extutelados, con el objetivo de que pudiera continuar formándome, pero no siempre fue tan sencillo. El 2021 me apartaron la idea de estudiar, porque entré en un piso de mayoría de edad y los tiempos no eran compatibles con un itinerario de estudios. Empecé a trabajar de dependiente, aunque no me gustaba nada, simplemente porque el tiempo en el piso se terminaba y debía emanciparme. En ese momento, me quedé sin alternativa de residencia en un momento determinado y tuve que renunciar a estudiar durante un año, entrando a un piso de autonomía y teniendo que empezar a trabajar.
En ese momento apareció, de nuevo, Don Bosco en mi vida. Una mañana acompañé a un amigo que se encontraba en uno de los proyectos de acompañamiento educativo en la fundación. Mi amigo decidió exponer mi caso, me quedaba sin residencia fundamentalmente. Rápidamente me escucharon y me animaron a continuar estudiando, buscando alternativas e ideas para mi sueño de estudiar Educación Social en la Universidad de Granada. Finalmente, tras un año de espera y esperanza, conseguí entrar nuevamente al circuito de estudios, obteniendo plaza para cursar el Grado Superior de Integración Social. Cada vez estaba más cerca…
Kareem actualmente estudia Educación Social en la Universidad de Granada | Fundación Don Bosco
Un sueño cumplido
Cursar el grado superior ha sido posible gracias a que durante dos años he vivido en la Comunidad de Salesianos de Granada, primero en Virgen de las Nieves y luego en el Zaidín. Estoy profundamente agradecido por todo. Ha sido el puente para cumplir mi sueño, ya que, sin ellos, no habría podido continuar.
Finalmente, en 2024 puedo decir que cumplí mi sueño, soy estudiante de educación social en la universidad.
Ha sido un camino muy largo cuando echo la vista atrás, pero al final, los sueños se hacen realidad.
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