Titán Antonio Calero de los Ríos: un salesiano irrepetible en la Real Academia de la Historia

De andar y pensar   |   Paco de Coro

18 febrero 2020

Calero de los Ríos, Antonio. Sevilla, 3 de julio de 1927-18 de febrero de 2020. Salesiano (SDB), teólogo, gestor, coordinador de seminarios y centros de estudios teológicos en Andalucía.

            Sevillano de nacimiento, su barrio del Fontanal divisa el gran complejo de los salesianos de la Santísima Trinidad, al que él se asomó desde pequeño. Cautivado por el ambiente e invitado por voces amigas, emprendía el camino de la vida religiosa entre los hijos de don Bosco en 1940. Tras tres años de formación humanística en el seminario salesiano de Montilla, pasaba a San José del Valle para hacer su noviciado, que culminaba con la profesión religiosa el 16 de agosto de 1944, iniciando allí mismo sus estudios de Filosofía, que concluía en el nuevo estudiantado salesiano de Utrera: el santuario Virgen de la Consolación.

            Los tres años de prácticas pedagógicas que los salesianos realizaban antes de la teología, Calero los desarrolló en el mismo San José del Valle con los novicios de la provincia Bética. Pasó al Teologado Nacional Salesiano de Carabanchel Alto (Madrid) para estudiar la Teología, coronada con la ordenación sacerdotal el 26 de junio de 1953.

            El creciente número de salesianos estudiantes en España se vio enchiquerado e incómodo en el Teologado de Madrid, por lo que hubo de abrirse uno regional en Andalucía. Calero fue designado para impartir Teología dogmática, por lo que se le preparó en el Pontificio Ateneo Salesiano de Turín, donde logró su licenciatura con brillantez. El continuado éxito de sus lecciones, conferencias y charlas le manuvo durante diez largos años en esta misión. Puede decirse que la historia del teologado de Andalucía se funde un poco con su historia: primero en Posadas (1954-1963), década plena de magisterio teológico, que supo traducir en realidades apostólicas, en función de los jóvenes de la villa «malena», y después en Sanlúcar la Mayor, desde 1965 hasta 1968, como director, cuando el teologado andaluz había adquirido rango internacional.

            Pero un salesiano todavía joven como Calero podía dar un inusitado juego en América y lo dio en la Universidad Católica de Chile y en la Católica de Quito, donde fundó los cursos de Formación Permanente, pioneros en el mundo salesiano. En 1971, fue elegido delegado de Salesianos-Chile para el XX Capítulo General de los Salesianos en Roma, del que salió nombrado provincial de Salesianos-Córdoba (1972-1978), para volver después a su Sevilla natal y vocacional; y director del Colegio Mayor Universitario San Juan Bosco.

            Ha desarrollado una importante labor en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla -sucesor del antiguo Seminario Metropolitano- para el que logró su agregaduría a la Facultad de la Cartjuja de Granada, de los Jesuitas. El arzobispo emérito de Sevilla, el cardenal Amigo Vallejo, escribía de él que «al estilo de los mejores maestros de teología, expone en la cátedra lo que vive, escribe de lo que ha contemplado, enseña lo que ha estudiado, investiga seriamente y sólo después, habla».

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