La juventud es, ha sido y será el colectivo más afectado en cuanto a salud mental, empleo, bienestar psicológico afectivo-social, economía y dónde más se ven mermadas las expectativas de futuro debido a la crisis sanitaria del covid-19.
España es el país de la Unión Europea, que lidera el desempleo juvenil y lo lleva siendo desde hace más de una década. El desempleo juvenil creció rápidamente durante los primeros meses debido a la crisis sanitaria, el primer y el segundo trimestre de 2020 se alcanzó el valor máximo en la última década 42,4%, con la reactivación económica ha disminuido 12 puntos hasta el 30,1 donde nos encontramos actualmente.
También, podemos observar que el porcentaje de jóvenes sin empleo, ni formación, ni capacitación que sufrió un repunte durante la pandemia de la COVID-19 alcanzando el 17,3% en 2020; disminuyó al 14,1%, el pasado 2021. El empleo es la forma socialmente establecida, estructurada y legitimada de acceder a los ingresos económicos que nos permiten «vivir»: consumir los bienes, lo que te permite poder acceder a una vivienda y al resto de bienes y servicios necesarios para el desarrollo en sociedad evitando la pobreza y el riesgo de exclusión.
Actualmente 1 de cada 3 jóvenes se encuentra en situación de desempleo, ser incapaces de lograr una inserción laboral de los jóvenes condena a una de las generaciones mejor preparadas y más castigadas con la sobrecualificación, el retraso de la edad de emancipación, la temporalidad de contratación entre uno de los factores que agravan la problemática. En la actual sociedad de la globalización y de la comunicación, donde la incertidumbre y el cambio permanente forman parte de nuestra realidad cotidiana, sigue siendo fundamental el acceso a un puesto de trabajo.
No todos los jóvenes podemos depender de la hostelería, ya que ha sido uno de los sectores más afectados en la crisis del Covid-19 y es el sector que más empleabilidad da con condiciones precarias en nuestro colectivo en concreto con horarios partidos, imposibilidad de conciliación estudiantil o cambios de horarios constantes.
Somos los últimos en incorporarnos al mercado laboral, pero los primeros a los que se despide cuando hay crisis puesto que no tenemos una unidad familiar independientemente de nuestra productividad aumentando nuestra vulnerabilidad.
Merecemos más espacios de aprendizaje profesional y personal, un sistema que pueda incrementar nuestra autoestima, descubrir las potencialidades que tenemos, saber cómo asumir responsabilidades y deberes. Junto a toda una metodología específica adaptada a las necesidades de los jóvenes: este colectivo necesita más planes como Garantía Juvenil, que de la cobertura que necesita este problema, de tal manera que se encadenan experiencias positivas que ayuden a elevar el grado de autoestima y autonomía en el sector juvenil, claves para una mejor inserción laboral y social.
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