Para este año 2021 que acabamos de estrenar, el Rector Mayor don Ángel Fernández Artime ha propuesto un “aguinaldo”, un objetivo, “que nos puede unificar como Familia Salesiana”, partiendo de lo vivido en todo el mundo con motivo de la pandemia. Y ha querido lanzar un lema que nos ayude a caminar: “Nos mueve la esperanza”, apoyándose en una frase de la Escritura: “Quiero hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).
Esperanza y novedad, pues, son los dos ejes de la reflexión que, cada año en forma de aguinaldo, el Rector Mayor presentó a las Salesianas la tarde del pasado 26 de diciembre. A las 16 horas fue a la Casa General de las Salesianas en Roma, cumpliendo con una tradición que nace en el mismo Don Bosco. Tras presentarles el documento, se trasladó a la vecina sede de la Universidad Pontificia Salesiana para, a través de Internet, presentarlo a toda la Familia Salesiana en el mundo. Se proyectó el video que resume el contenido del aguinaldo, producido por la agencia salesiana ANS, y después mantuvo un diálogo abierto a todo el mundo, y contestó a las preguntas que se le realizaron a través de las redes sociales.
“Nos mueve la esperanza”
¿Cómo nos situamos ante una pandemia como la que hemos vivido, que ha causado tanto sufrimiento, muerte, enfermedad, y ha paralizado nuestra vida social? El X Sucesor de Don Bosco señaló que “nuestro mensaje subraya y enfatiza que, ante esta realidad dura, dolorosa y de pesantes consecuencias, seguimos expresando nuestra certeza de que nos mueve la esperanza porque Dios en su Espíritu sigue haciendo “nuevas todas las cosas”.
También el mismo Don Bosco, explica el Rector Mayor, tuvo que afrontar situaciones dolorosas y difíciles, incluso de pandemia en Turín, y “se puso manos a la obra” para ayudar a superar la tragedia. Con una mirada de fe hacia esas situaciones, el creyente -explica- sabe ver cómo “el Espíritu sigue acompañando la historia del ser humano, hasta en las más diversas adversidades”.
Lugares donde ‘aprender’ Esperanza
Por eso plantea que la Familia Salesiana active procesos alternativos a la cultura dominante, para pasar, por ejemplo, del individualismo a la solidaridad, de la división a la comunión, del pesimismo a la esperanza o del sin sentido a la trascendencia, entre otros. Y propone modelos de santidad salesiana (los beatos Stefano Sandor, salesiano, o Sor Magdalena Morano, salesiana), “que han sabido vivir movidos por la esperanza”, en situaciones de sufrimiento y dolor.
Para “aprender y ejercitar” la Esperanza, don Ángel señala algunos “lugares” que los miembros de la Familia Salesiana, a lo largo de este año, pueden frecuentar. Así, propone “la fe como verdadero camino” para madurar en la Esperanza, y la oración, el encuentro personal con Jesucristo, como escuela para ejercitarla. También “el esfuerzo cotidiano en la vida”, la acción concreta de cada día.
Vivir las situaciones de sufrimiento y dolor como “puerta para abrirse a la esperanza”, pues “lo que cura al ser humano no es el evitar o esconder este sufrimiento y dolor sino madurar en él y encontrar el sentido de la vida cuando éste no se ve de inmediato o de modo espontaneo”. Caminar junto a los pobres y excluidos y volver a los grandes valores del Evangelio, son elementos para fortalecer la Esperanza. Y el mejor modelo, concluye, es María, Madre de la Esperanza, que supo bien lo que es “confiar y esperar” en medio de la soledad, el dolor, la incomprensión o incluso frente a la muerte.
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