El martes, 8 de noviembre, varios miles de personas, muchas de ellas de las mismas familias, de la zona norte de la ciudad de Goma, ocuparon la zona de parques infantiles que rodean el centro juvenil de la casa salesiana ‘Don Bosco Ngangi’. Son hombres, mujeres, niños y jóvenes cansados, hambrientos y traumatizados, que huyen de las zonas de combate en el territorio de Rutshuru, en la provincia de Kivu del norte (del mismo país), en busca de un poco de paz y seguridad. En estos últimos días, a medida que fueron llegando a la presencia salesiana, fueron formando un enorme campamento improvisado en las tres áreas deportivas y patios del centro.
Después de la huída, las dos primeras semanas permanecieron en los lugares del territorio de Nyiragongo, a unos diez kilómetros al norte de la ciudad de Goma. Pero ahora se trasladaron a la casa salesiana de Ngangi.
Son refugios improvisados, aunque inadecuados e incómodos para satisfacer sus necesidades vitales. De hecho, no hay baños, ni agua potable, ni comida, ni leña. Durante el primer día de su estancia en la casa salesiana, se cortaron una treintena de árboles para obtener madera con la que construir refugios más estables y poder cocinar. Además, unas diez plantaciones de cultivos de las zonas colindantes fueron invadidas y saqueadas.
Esta situación dramática ha llevado a la comunidad salesiana de Ngangi a sensibilizar a todos para actuar con espíritu de solidaridad y apoyo. Don Jean-Pierre Muhima, Director de la obra ‘Don Bosco Ngangi’, durante el mensaje de los «buenos días» salesianos del 8 de noviembre, lanzó un llamamiento a toda la comunidad escolar para que, a pesar de las dificultades que también sufre, se solidarice con los desplazados que han tenido que dejar atrás su vida a causa de la guerra.
El primer gesto de solidaridad al que fueron invitados todos los alumnos es el de llevar cada uno a la escuela un jabón, para ayudar a paliar los problemas higiénicos de los desplazados que viven en el complejo ‘Don Bosco Ngangi’.
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