Un pedacito de cielo

El Rincón de Mamá Margarita

2 febrero 2022

Me la encontraba siempre en la misa de la tarde. El mismo banco, el mismo abrigo y una sonrisa que cambiaba la vida de las personas que la rodeaban. Era la mejor amiga de mi madre, su “vecinita” del alma. La ayudaba a bañarnos, a darnos la cena, “cuánto muchacho, Jesús” solía decir al entrar en casa. Nunca la oí quejarse de nada, ¿una vida fácil? Solo ella sabía hasta qué punto no lo fue. Hace ahora un año que nos dejó. La echo de menos al ver el banco vacío y me falta su sonrisa.

No conocía mucho de Don Bosco, pero seguro que le hubiera gustado la frase con la que él consolaba a los desesperados: “un pedacito de cielo lo arregla todo”. Ella anhelaba ese cielo, lo disfrutaba ya en la tierra, por eso era tan feliz. Confiaba en que, pese a todo, un Dios bueno la aguardaba y esa idea la mantuvo siempre alegre, siempre “a pie de patio”. Ese patio de vecinas que se ayudaban cada día -santas de andar por casa- y que entre pucheros y ropa que lavar conseguían hacer crecer niños felices, despreocupados por el futuro, ávidos de presente, de juegos y pan.

Creo firmemente en esa solidaridad cercana, del día a día, que mueve el mundo en la dirección correcta. La vida de mi familia fue mejor porque aquellas vecinas nos lo dieron todo, sin pedir nada a cambio. Humildad y bondad. Austeridad y libertad. Sueños y barro. Con estas palabras he crecido y esa herencia me gustaría dejar.

Cuando la vida aprieta, pienso en mi vecina y casi puedo verla en su pedacito de cielo. Entonces, sonrío en su nombre y camino, con la certeza de que seré feliz si aprendo a medir el tiempo con el reloj de Dios.

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