El 16 de mayo de 2023 se celebró en Catania el cumpleaños 105 de don Rodolfo di Mauro, salesiano de la Inspectoría de Sicilia, nacido en 1918, actualmente el salesiano más anciano del mundo. Aunque su edad representa ciertamente un logro notable, el verdadero récord del Padre di Mauro son sus innumerables acciones extraordinarias en favor de sus «muchachos», que en el día de su cumpleaños estaban allí, en el oratorio, para soplar con él las velas de la gran tarta.
Para abrazarlo, entre los suyos, había muchos niños, jóvenes y ancianos a los que el salesiano ha criado, ayudado y educado, y luego un grupo de señoras que, casi emocionadas, recordaban cómo en años pasados el Padre di Mauro las ha involucrado en numerosas actividades y divertidas salidas a la montaña. «Enseñó un oficio a los chicos», relataron Rosaria, Giovanna y Pina, «cogió las herramientas y les enseñó a hacerlo, muchos otros habrían acabado en la calle, en cambio, gracias a él se graduaron y hoy son médicos, abogados, gente decente con familia».
Al Padre di Mauro se le dedicó un día entero de celebraciones: por la mañana, almuerzo con el arzobispo de Catania, Monseñor Luigi Renna, y con los superiores de los Salesianos de Sicilia; por la tarde, momento de oración, con misa presidida por Monseñor Salvatore Gristina, arzobispo emérito de Catania, que con ocasión de este hito extraordinario dijo: «Una vida larga y trabajadora, la del Padre Rodolfo. Recuerdo su centenario, cuando le deseamos una larga vida. Hoy queremos desearle de nuevo que continúe por el camino de la vida porque es importante -añadió dirigiéndose a los niños, todos sentados en primera fila- comprender que la vida es un don del Señor. Es el primer don al que el Señor añade otros cada día, sin fin. Por eso debemos custodiarla, defenderla, nunca despreciarla o, peor aún, quitarla».
Una vida centenaria entregada
Bajo el signo de Don Bosco, el salesiano de 105 años trabajó siempre con amor al prójimo y con pasión, sabiduría y vivacidad. Un hombre verdaderamente «iluminado», que cuenta con una sonrisa y humildad, muchas aventuras y episodios de su vida. Ningún secreto de longevidad, en primer lugar: ‘Una vida sin excesos, siempre he actuado con sobriedad, nunca he exagerado en el comer y en el vivir’, decía.
Y aunque es un gran aficionado a la tecnología, tanto que asiste a la misa dominical en una tableta, regalo de los chicos el año pasado, afirma: «Me cuesta adaptarme a la mentalidad de los jóvenes de hoy, distinta a la de hace cien años. Piensa que cuando yo nací ni siquiera había luz eléctrica».
Nacido en Militello, provincia de Catania, en 1918, cuando le preguntan si conoce a su conciudadano más famoso, responde: «¿Que si conozco a Pippo Baudo? En todo caso, ¡él me conoce a mí! De niño me crié con su padre, el abogado Baudo. Yo era monaguillo en la iglesia de Santa María y él era un cristiano que daba ejemplo a todos, venía todos los días a la iglesia y rezaba. Tengo un bonito recuerdo. Cuando nació Pippo yo ya era mayor y estaba lejos de casa».
Junto al director del instituto, el padre Giuseppe Cutrupi, y al párroco, el padre Benedetto Sapienza, acudieron a la celebración numerosas personalidades que representan el carisma salesiano, como Alfredo Petralia, presidente de la Unión de Exalumnos del centro «Don Bosco – Salette»; el ex párroco, el Padre Enzo Biuso; el alcalde de San Gregorio, Carmelo Corsaro; y el poeta Nunzio Rapisarda.
0 comentarios