Laura Vicuña, modelo de santidad juvenil

22 enero 2018

José Antonio Hernández

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Hoy, 22 de enero, celebramos a la beata Laura Vicuña, ejemplo de santidad salesiana juvenil. Entregó su vida a cambio de la conversión de su madre. Ejemplo de que todos podemos llegar a ser santos.

La que ama permanece en la luz

Laura Vicuña, beata chileno-argentina, nació el 22-01-1904. Al morir el padre, la familia pasó a Argentina. Mercedes, la madre, debió unirse con un granjero de mala reputación que le permitió quedarse con sus hijas y pagar sus estudios en las Salesianas. Laura al darse cuenta de la situación de su madre ofrece su vida a cambio de su salvación, intensificando su vida de oración y de servicio. Tuvo que defenderse de la conducta del hombre que vivía con su madre. En varias ocasiones, intentó sobrepasarse con ella y le agredió físicamente.

Laura cayó gravemente enferma. Con su último aliento hizo prometer a la madre que viviera una vida santa y se alejara de ese hombre. Mercedes nunca imaginó que hubiese tanto amor en su hija. Sufrió mucho por ser la causa de la muerte de Laura, pero se comprometió en llevar una vida de santidad. Al morir, Laura todavía no había cumplido los 13 años. Mercedes cumplió la última voluntad de su hija.

La Familia Salesiana pudo verla beata en el Colle Don Bosco, donde todo comenzó. Allí nos dijo el papa Juan Pablo II: “Esta celebración nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de la familia en la educación de los hijos, y sobre los derechos que estos tienen de vivir en una familia normal, que dé lugar al amor mutuo y a la formación humana y cristiana. Es una llamada a la misma sociedad moderna, para que siempre cuide más la institución familiar y la educación de los jóvenes”.

Como resumen de su vida, en su tumba está escrito: Flor eucarística de Junín de los Andes, cuya vida fue un poema de pureza, de sacrificio, de amor filial. Laura es patrona en Chile y Argentina de mártires, huérfanos y víctimas de abuso. Nos muestra que todos podemos acceder a la santidad y tener una fuerza espiritual que nos mueva a trabajar por las personas que viven situaciones parecidas a las que vivió ella.

“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito” (Lucas 10, 21).

Más información en: http://www.boletin-salesiano.com

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