Los jóvenes participantes han podido compartir momentos de silencio, tan necesario en nuestra vida, para escuchar la Palabra. En ella han escuchado, en cada momento de meditación, las preguntas de Dios: ¿Qué buscáis?, ¿Dónde estás?, ¿Qué quieres que haga por ti?, ¿De qué habláis por el camino?, ¿Me amas?…

Experiencia interior cotidiana
Además de los momentos de meditación, las tareas cotidianas se han convertido en ocasiones de crecer en actitud de servicio y de sentirse como en casa. Hacer la compra, preparar la comida, cuidar las plantas del jardín, realizar la limpieza, se han vivido como un ejemplo de lo que implica una vida en comunidad.
“Orar y celebrar la eucaristía rodeados de la belleza de la creación es un regalo que no siempre tengo en la ciudad. Es un templo maravilloso regalado por Dios”. – destaca uno de los participantes subrayando los momentos de oración en comunidad vividos cada día.
La visita al castillo donde nació San Francisco Javier les introdujo en la dimensión misionera de la vida cristiana, y el rezo de vísperas con los monjes benedictinos del monasterio de Leyre les recordó que hay una dimensión contemplativa que no podemos olvidar.
La alegría, el buen humor, los momentos de conversación y talleres han enriquecido la experiencia de cada participante. Unos de ellos explica lo sentido después de su paso por Alzuza: “Me ha aportado una experiencia de silencio y paz para estar con Dios y una verdadera forma de vivir en comunidad, todo ello desde la sencillez”.
La experiencia de Tiempo interior es una de las experiencias que cada verano el Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil propone a los jóvenes. Experiencias para profundizar y compartir su vida de fe desde el carisma salesiano. En los próximos años los jóvenes podrán volver a disfrutar de esta experiencia de Tiempo interior, pero además vivirán el Campobosco Nacional, la Jornada Mundial de la Juventud e incluso, en otras ocasiones, el Camino de Santiago.
0 comentarios