Don Bosco había estado allí hace 168 años. Fue en 1855, cuando visitó la ‘Generala’, como se llamaba entonces esta prisión de menores. Unos años antes, en 1841, había visitado las prisiones del Senado de Turín, pero entre los más jóvenes era diferente: un puñetazo en el estómago. Se da cuenta de que algo se puede y se debe hacer y se enciende la chispa que le llevará a crear altavoces como “soluciones preventivas” a la delincuencia juvenil y como respuesta al malestar juvenil.
En cada corazón siempre hay una semilla que puede hacer crecer el bien
“Me basta que seas joven para quererte”: con estas palabras del fundador, el Rector Mayor de los Salesianos, don Ángel Fernández Artime, con motivo de las celebraciones por el 135 aniversario de la muerte de Don Bosco, llamó a la puerta de la cárcel de menores de Turín, donde, desde hace años, los novicios salesianos animan “el patio tras las rejas”, una especie de oratorio dentro de la prisión. “Conocí a 35 de ellos, incluso comimos pizza juntos y algunos querían hablar en privado –cuenta el Rector Mayor a Vatican News–, pero primero hicieron una escena de la vida de Don Bosco, me hicieron muchas preguntas sobre él; Me llamó mucho la atención su curiosidad y su respeto por la figura de nuestro Santo, y estaba convencido de que en el corazón de todo niño, y, por tanto, también en cada uno de ellos como quería subrayar, hay una semilla de la que sale el bien” .
Cree en sus posibilidades
Esta fue la forma en que Don Bosco amaba a sus jóvenes y es la forma en que los salesianos todavía los aman hoy: “Creemos en ti y en tus posibilidades, sabemos que estar en prisión es solo un momento de vuestra vida, no es toda vuestra vida”, decía don Ángel a los invitados de la cárcel, “el año que viene me gustaría encontraros en otro lugar, quizás entre los cientos de jóvenes que celebran con nosotros la solemnidad del fundador”.
Con esta visita, el Rector Mayor cuenta que se sintió aún más cerca de San Juan Bosco y que percibió la alegría que sentía de estar entre los jóvenes, pero, al mismo tiempo, también la amargura de verlos en un lugar como la cárcel, el dolor lo que le llevó a crear un espacio limpio, libre y compartido como el oratorio.
Esperanza más allá de las rejas
“Estoy aquí porque escuché a la gente equivocada, pero quiero otra vida”: son palabras que don Ángel escuchaba a menudo de los internos de las cárceles que visitaba, incluso en el extranjero. Y otra vez: “¿Para qué necesito estar aquí?”. “Estar aquí, si estuvieras allí para siempre, no te serviría –es la respuesta de Artime a los jóvenes presos–, pero estar aquí un rato te ayuda a reflexionar, a atesorar esta experiencia para encontrar la forma de no volver jamás”. Y esta es otra enseñanza preciosa que viene de Don Bosco, no en vano definido como “el Santo de los jóvenes” por otro Santo que comprendió a los jóvenes: Juan Pablo II.
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