30 años del reconocimiento oficial del MJS en el mundo

10 septiembre 2018

ANS

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Hace treinta años, concretamente en 1988, con motivo de las celebraciones del Centenario de la muerte de Don Bosco, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) fue oficialmente reconocido como el Movimiento Mundial Juvenil Salesiano.

Para conmemorar esta ocasión, los dos Consejeros Generales, don Fabio Attard SDB y Sor Runita Borja FMA, publicaron una carta firmada por los dos, dirigida a los jóvenes, recordando la fuerte armonía entre la identidad del MJS y el camino de la Iglesia, en particular, el próximo Sínodo de Obispos sobre el tema jóvenes, fe y discernimiento vocacional.

“El Movimiento Juvenil Salesiano –manifiestan ambos– nació de la reflexión del Concilio Vaticano II, como una expresión de los jóvenes de hacer un camino de fe y de crecimiento de grupo. Al recordar los 30 años, debemos recordar, que esta es una experiencia carismática, porque desde el origen ha estado la fuerza del Espíritu que ha hecho nacer, crecer, generar este deseo de una experiencia de grupo en nuestras obras”.

“Hoy esta experiencia de grupo está creciendo –explican los responsables de Pastoral Juvenil de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora del mundo–, está respondiendo al grito de los jóvenes de sentirse en comunidad, pero sobre todo en comunión, pero con un objetivo claro: conocer la persona de Jesús, crecer en la persona de Jesús”.

“Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) está formado por grupos y asociaciones que se reconocen en la espiritualidad y en la pedagogía salesiana, según la escuela de Don Bosco y de Madre Mazzarello”, se afirma el Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana.

A los 30 años del reconocimiento oficial como MJS debemos recordar que “el MJS no es una asociación, sino que está constituido por jóvenes que pertenecen a diversas asociaciones o grupos, animados por la Pastoral Juvenil Salesiana. Al no ser una asociación, abre las puertas a todos, puesto que su servicio está dirigido a la Iglesia y a todos los jóvenes. Esto, de hecho, no nos impide testimoniar a Cristo, compartir su Misterio con otros jóvenes reunidos por la misma fe y anunciarlo con alegría a quien todavía no lo ha acogido” (pg. 165).

Hay una gran necesidad de acompañamiento, porque hay una capacidad de los jóvenes de hacer camino. “La necesidad que tienen los jóvenes –explican don Fabio y Sor Runita- es de ver a adultos para que sean peregrinos con ellos, para ayudarles a conocer, a amar y acercarse más a Jesús”.

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