En la sociedad actual, llama la atención que un grupo de personas seglares hagan comunitariamente “una promesa” solemne. No como algo privado, sino como algo que tiene trascendencia pública y comunitaria. Por eso nos preguntamos ¿qué significa esta promesa? ¿En qué consiste?
Sencillamente, en el contexto de la vida cristiana, es la respuesta a una llamada de Dios. Es por tanto, una vocación. Y esta respuesta no es cualquier cosa. Tiene un precioso contenido vital y espiritual, al mismo tiempo personal, familiar y comunitario. Y es que la Promesa del Salesiano Cooperador son “tres caras de un mismo prisma”.
Tres caras de un mismo prisma
La primera cara, expresa un compromiso de fidelidad a Dios, que es quien les ha llamado a vivir el Evangelio de modo concreto en la Familia Salesiana. La segunda cara, es un compromiso de fidelidad a la Iglesia, que los recibió como hijos, los alimentó en su vida cristiana y ahora los invita a participar de manera corresponsable en su misión de salvación de la juventud. La tercera cara, es la expresión de la “voluntad de pertenencia fiel” a la Asociación de Salesianos Cooperadores.
¿Cómo les habló Dios para llamarles a ser cooperadores salesianos? ¿Cómo sintieron ellos esa llamada de Dios? ¿Qué pasó en los entresijos de su vida?… La respuesta es más sencilla de lo que podríamos imaginar. Como quien dice, “se han criado” en el Centro Juvenil. Ya sus padres estuvieron en el Centro Juvenil. Luego ellos, primero como niños, posteriormente, como animadores. El “carisma de don Bosco”, que es un don de Dios para bien de la Iglesia y de la sociedad, fue calando en ellos, creando en su interior una fuerte identidad. Además, en la vida de la parroquia siempre estuvieron ligados y comprometidos con la familia salesiana en “comunidades de fe y vida”, ya como participantes, ya animando algún grupo. De este modo, su vocación fue desarrollándose y madurando, hasta que llegó el momento de hacer planteamientos de compromiso y tomar decisiones…
Y ahí les tenemos con su testimonio y su ejemplo, con ese magnífico lema tan salesiano: “La santidad consiste en estar siempre Alegres”. Un ejemplo que no deja de ser una llamada también para cada uno de nosotros. ¿Lo he pensado alguna vez?
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