Edvige Carboni, una nueva salesiana cooperadora en los altares

19 junio 2019

ANS

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El pasado sábado, 15 de junio, fue beatificada Edvige Carboni, una salesiana cooperadora natural de Cerdeña con una “vida imbuida de Dios”.

El sábado 15 de junio de 2019, en Pozzomaggiore, Cerdeña, el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatificó en nombre del Santo Padre a la salesiana cooperadora Edvige Carboni. Mujer humilde y fuerte, con una «vida imbuida de Dios», vivió una vida de trabajo y de servicio en la familia y en favor de los necesitados con los que se encontró, pero se vio colmada de gracias y extraordinarios dones sobrenaturales.

Nacida en Pozzomaggiore el 3 de mayo de 1880, quería ser religiosa, pero tuvo que quedarse con su madre enferma. Desde entonces vivió una vida doméstica sobria e íntima, alternando los quehaceres domésticos con momentos de oración. El 14 de julio de 1911, los signos de la Pasión de Jesús se manifestaron en su cuerpo. Este y otros fenómenos místicos que se le atribuyen fueron investigados en el proceso canónico de 1925, al que se sometió en completa obediencia. Posteriormente se trasladó a Roma con el resto de la familia, justo en los años en que estaba a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial.

Desde que se instaló en Roma, hasta su muerte (1938-1952), Edvige perteneció a la parroquia salesiana Santa Maria Ausiliatrice en Via Tuscolana. Allí se reunía casi todas las mañanas para la Misa y para recibir la Comunión; y también para la oración, generalmente en la capilla de Santa Ana. En aquel lugar se produjeron la mayoría de los éxtasis y los acontecimientos prodigiosos y el 25 de septiembre de 1941, se convertía también en salesiana cooperadora.

Era muy devota de la Virgen, que se le apareció varias veces, y de ella obtuvo numerosas gracias. Tuvo apariciones, especialmente las de Don Bosco y de Domingo Savio. En su diario se constata 20 apariciones de Don Bosco, a menudo junto con María Auxiliadora o Domingo Savio. En estas apariciones, Don Bosco le hace sugerencias, la invita a la devoción a la Virgen, la anima en sus dificultades, le pide oraciones y sacrificios, le muestra el gran bien que hacen los salesianos, de los cuales muchos elogian la santidad, y la invita a amar a las religiosas salesianas.

El Cardenal Becciu expresó en la homilía del rito de beatificación: «La Beata Edvige encarna las más bellas virtudes de la mujer sarda de la época. Su experiencia espiritual sencilla y profunda, marcada por la caridad sin límites, la humildad sin límites y la oración incesante, sigue siendo un modelo para hoy, porque muestra que incluso en una vida sencilla y ordinaria es posible experimentar una sólida comunión con Dios y un apostolado caracterizado por la pasión por la humanidad herida y desfavorecida».

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