La inspectoría Salesiana María Auxiliadora comunica la noticia del fallecimiento del salesiano sacerdote Leovigildo Carreño Hernández, acontecido en torno a las 23:30 del miércoles 24 de enero, en el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla. Desde el mes pasado venía deteriorándose seriamente su salud hasta el agravamiento que ha llevado al desenlace final. Tenía 87 años de edad y había cumplido los 68 de salesiano y los 59 de sacerdote.
Se celebrará la Eucaristía en su funeral el viernes 26, a las 11:30, en la Basílica de María Auxiliadora de Sevilla. El jueves 25, a las 18:00, tendrá lugar el rezo del Santo Rosario donde está instalada la capilla ardiente, a la entrada de la Residencia Don Pedro Ricaldone.
Leovigildo nació en Fuenteguinaldo (Salamanca), el 1 de diciembre de 1930. Hizo el Noviciado en San José del Valle (Cádiz), donde profesó el 16 de agosto de 1949. Estudió la filosofía en Utrera-Consolación (1949-51) Después del tirocinio en La Orotava (1951-54), donde al finalizar hizo su profesión perpetua, cursó sus estudios de teología (1954-58) en Posadas (Córdoba). La ordenación de presbítero la recibió en Córdoba, el 22 de junio de 1958.
Desde entonces ha venido desarrollando su labor pastoral en Sevilla-RUS (1958-59); Madrid-Atocha (1959-65); La Almunia de Doña Godina (1965-66); Sevilla-Universidad Laboral (1966-78); Jerez de la Frontera-Lora Tamayo (1978-81 y 1989-97); Sevilla-Inspectoría con el cargo de Ecónomo Inspectorial (1981-82); Cádiz (1982-89); Sevilla-Trinidad (1997-99); Badajoz (1999-2004); Campano (2004-2005) y nuevamente Cádiz (2005-08). Desde 2008 ha permanecido en la Residencia Don Pedro Ricaldone de Sevilla hasta ayer, día de su fallecimiento.
Quedará el recuerdo de Leovigildo como un salesiano educado, amable, cariñoso, disponible y entregado a las labores educativas, siempre apasionado por transmitir generosa e ilusionadamente sus conocimientos científicos.
Que el Señor Resucitado reciba a Leovigildo en su Reino, entre todos aquellos que han entregado su vida a la misión salesiana, y que María Auxiliadora, a la que tanto amó, lo acoja con el cariño de Buena Madre del cielo.
Descanse en paz.
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