Gris, el perro guardián de Don Bosco

17 enero 2018

l

Hoy se celebra el día del patrono de los animales, San Antonio Abad, más conocido como San Antón. En la trepidante vida de Don Bosco, hay un animal que el fundador de los Salesianos reconoció como su protector, el perro Gris.

Hoy se celebra el día del patrono de los animales, San Antonio Abad, más conocido como San Antón. En la trepidante vida de Don Bosco, hay un animal que el fundador de los Salesianos reconoció como su protector, el perro Gris.

El propio Don Bosco cuenta en sus ‘Memorias del Oratorio’ cómo apareció en su vida en 1852 el perro al que bautizó como Grigio (Gris en italiano): «Una noche oscura, a hora algo avanzada, tornaba a casa solo –no sin cierto miedo–, cuando descubro junto a mí un perro grande que, a primera vista, me espantó; mas, al no amenazarme agresivamente, antes al contrario, hacerme carantoñas cual si fuera su dueño, hicimos pronto buenas migas y me acompañó hasta el Oratorio. Cuanto sucedió aquella noche, ocurrió otras muchas veces; de modo que puedo decir que el Gris me prestó importantes servicios».

El fundador de los Salesianos reconoce que ese primer encuentro fue el preludio de una relación marcada por una noble protección: «Todas las noches que no me encontraba acompañado por otros, superadas las últimas edificaciones, veía aparecer al Gris por algún lado del camino». Al menos tres veces fue defendido por el can de los ataques de malhechores, según varios testimonios. En otra ocasión le impidió salir a la calle y, poco después, Don Bosco se enteró de que rondaban por la zona varios individuos con la intención de hacerle daño.

El animal cayó en gracia también entre los jóvenes del Oratorio, que pudieron acariciarlo y jugar con él. No en vano, era un perro bastante cariñoso, tal como se desprende del relato de Don Bosco. El último encuentro entre ambos tuvo lugar en 1886, al ir desde Morialdo a Moncucco, a casa de su amigo Luigi Moglia. Gris lo acompañó en el camino e, incluso, se quedó un rato en la casa, hasta que lo perdieron de vista misteriosamente.

No es de extrañar, pues, que Don Bosco concluya su relato reconociendo en las apariciones de Gris algo más que una simple compañía: «Ahí quedó la última noticia que tuve del perro Gris, objeto de tantas preguntas y discusiones. Tampoco pude conocer nunca al dueño. Solo sé que aquel animal fue para mí una providencial protección en muchos de los peligros en que me encontré».

5 Comentarios

  1. Salustiano Justo Adorno Cabrera

    A veces es una persona, a veces un animal, quien en cualquier ocasión aparece en nuestras vidas. Cuan insondables son los caminos que Dios pone a nuestro alcance. Con nosotros está y no le conocemos.

    Responder
  2. Luis Nunura

    Los angeles no siempre tienen alas, muchas veces tienen 4 patas, cola y ladran.

    Responder
  3. Maria Eugenia

    Que lindo encontrar en internet , un escrito sobre Don Bosco. Deberian escribir sobre el sistema Preventivo, creo que ayudaria mucho a las familias. Saludos!

    Responder
  4. Cesitar Pérez

    La historia del Gris en la vida de Don Bosco no pasó desapercibida, pues fue su guardián y compañero en un lapso de su caminar. Esa fidelidad que quiso guardar Don Bosco en sus memorias.

    Responder
  5. Mauricio Sermeño Palacios

    Hay intercambio de energía entre los seŕes humanos y los animales, cómo las anecdotas de San Francisco de Asís y San Juan Bosco, estas del perro protector de Don Bosco son muy hermosas y vale la pena que sigan transmitiéndose de generación en generación. Gracias por compartirlas.

    Responder

Trackbacks/Pingbacks

  1. 2 de Octubre: Santos Ángeles Custodios | Proyecto Emaús - […] Cuando pasó el peligro, el perro desapareció. En sus escritos, Don Bosco llamó a este perro Grigio [Gray], y…

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

También te puede interesar…

BlogsLas cosas de Don Bosco
La sotana

La sotana

Nací en el taller de sastrería del maestro Andrea Fanelli de Chieri; sastre de las sotanas que visten los seminaristas por vez primera. Prontamente fui instruida en la alta dignidad a la que había sido llamada. En una habitación llena de bobinas de hilo negro,...