Hay historias que merecen ser leídas y compartidas para que lleguen lo más lejos posible. La de Asmaa es una de ellas. A la Fundación Don Bosco le llena de emoción compartir sus palabras, el relato de su vida contada en primera persona.
Aquí va su historia contada en primera persona:
«¿Por dónde empiezo? ¿Por el día que fui a inscribirme a un curso o por el día en el que descubrí gracias a Don Bosco mi vocación al turismo?
El primer día que llegué a Don Bosco fue a principios de marzo de 2019, con la intención de inscribirme en cursos con los que poder trabajar y reforzar mi español, además de tener posibilidad de conocer nueva gente.
Gracias a una amiga, me informé sobre la Fundación Don Bosco. Me comentó que allí había varios cursos y que seguro me ayudarían a encontrar trabajo.
Mi primer acercamiento en Don Bosco fue la realización de un curso. No estaba muy segura si me iba a gustar dicho sector, pero a día de hoy no me arrepiento, ya que fui seleccionada para trabajar una vez terminada las prácticas.
Gracias al interés que tenía sobre los idiomas, empecé a buscar un poco más sobre el sector turístico. Descubrí que la Facultad de la Merced disponía de un grado de Turismo. Desde que llegué a España tenía claro que quería formarme, aunque, ciertamente, nunca imaginé que sería en esta área.
En octubre 2019, Don Bosco me ayudó a realizar mi matrícula de grado, empezando esta nueva etapa con ilusión. Desde entonces, seguía yendo a Don Bosco para informarles de nuevas noticias.
A finales de 2019, me inscribí en un proyecto llamado «acompañamiento», desde el cual iba muy a menudo a la Fundación para participar en actividades y talleres.
Transcurrido dos años, me ofrecieron la posibilidad de incorporarme en el piso de Buzzetti. Desde que entré al piso sentí que era mi hogar, puesto que mis compañeros fueron muy buenos conmigo. Aquí he aprendido el sentido de compartir, cómo ser buena compañera, he aprendido ayudar y dar sin esperar nada a cambio.
Día tras día, me he sentido afortunada de pertenecer y tener la oportunidad de vivir en Buzzetti. Por ello, quiero dar las gracias a todos mis compañeros y a todo Don Bosco. Gracias por dejarme conoceros, no os voy a olvidar en toda mi vida.
Esto no es una despedida. Aún sigo siendo una chica de Buzzetti, pero llegará el día en el que tendré que emanciparme. Ése es el objetivo principal de este proyecto maravilloso. Eso sí, nunca dejaré el contacto con Don Bosco.
Mi lema: Dar sin esperar nada a cambio».
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