«Le he dicho siempre Sí a Dios en lo que me ha pedido»

27 agosto 2021

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Por: salesianos.info

Pregunta.- Don Pascual: díganos algo de su familia.

Respuesta.- Yo soy el octavo de 12 hijos generados por mis padres, Pascual Chávez y Amelia Villanueva: 6 hombres y 6 mujeres. Mi madre murió joven, el 5 de marzo de 1959; mi padre, en cambio, anciano, de 95 años, el 1 de febrero del 2005. Mis padres eran originarios de Cedral, en el estado de San Luis Potosí, en el centro del país, muy religiosos los dos y, sobre todo, de gran calidad humana y arraigo familiar. Papá era comerciante. En vistas de asegurar la educación superior de los hijos, la familia se trasladó a Saltillo, estado de Coahuila, en el noreste de México. Nací el 20 de diciembre de 1947 en el Real de Catorce, San Luis Potosí, entonces una ciudad minera, rica sobre todo en plata. Y recibí el nombre de papá, que era también el del abuelo y el del bisabuelo.

P.- ¿Cómo es el lugar donde vio por primera vez la luz, donde jugó como niño…?

R.- El lugar donde nací tuvo una gran importancia por su riqueza minera, tanto que allí se encontraba la Casa de la Moneda de la nación. Quedó prácticamente abandonado, cuando se inundaron las minas, como suele suceder con todos los lugares ricos en minerales, que son florecientes de vida comercial y social mientras haya minerales y que quedan desiertos y deshabitados o cuando éstos se acaban o pierden valor o la explotación queda temporalmente suspendida. Viví hasta los 9 años en la Estación de Catorce, una infancia muy feliz por el cariño de los papás y de los hermanos, con muchos amigos, estudiando, jugando, aprendiendo a ser un buen hijo de Dios. En esto papá y mamá fueron siempre ejemplares. De hecho, papá era padrino del obispo de San Luis Potosí, y los sacerdotes llegaban a casa, por lo cual era normal verlos entre nosotros.

P.- ¿Cuándo oyó por primera vez hablar de Don Bosco, de los salesianos, de María Auxiliadora?

R.- Escuché por primera vez hablar de Don Bosco, de los Salesianos, de María Auxiliadora cuando llegué a Saltillo, donde uno de mis hermanos y mis primos frecuentaban ya el Colegio México, por lo cual era normal ver en casa imágenes de Don Bosco y María Auxiliadora. Entré como alumno el último año de la elemental. Debo decir que desde el inicio me sentí en casa, fruto del ambiente de familia que reinaba con un número significativo de Salesianos, sacerdotes, tirocinantes, coadjutores. Junto con otro hermano llegábamos en la mañana temprano para asistir a la Santa Misa. Todo transcurría tranquilamente ese año escolar 1959-60 hasta que en el mes de febrero mi madre se enfermó y en poco tiempo murió, pero antes de morir, en un diálogo con ella, me dijo que siempre había pedido a Dios tener un hijo sacerdote. La verdad es que no sé por qué me lo dijo a mí y no a mis hermanos mayores. Y menos sé por qué le respondí, diciendo que yo era ese hijo sacerdote que había pedido. Murió el 5 de marzo y cuatro días más tardes, el día de la fiesta de Domingo Savio, que entonces se celebraba el día 9 de marzo, fui a hablar con mi asistente y, sin contarle el diálogo con mi madre, le dije que quería ser salesiano. Él me dirigió al Director del Colegio, quien me recibió y luego fue personalmente a mi casa a hablar con mi padre y mi hermana mayor. La reacción de ellos fue que yo era demasiado pequeño, 11 años, como para tomar esa decisión, que lo mejor sería esperar a que terminara los estudios. Pero me sentí con la libertad de decir “o voy este año o no voy nunca”. Meses después fui a San Pedro Tlaquepaque, cerca de Guadalajara, para comenzar el aspirantado.

 
Puedes leer la entrevista completa en salesianos.info

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