Al comenzar este miércoles la Cuaresma con la celebración de la imposición de la ceniza, el Mensaje del Papa Francisco para este “tiempo fuerte” del año cristiano se vuelve de obligada referencia para los católicos y “para hombres y mujeres de buena voluntad dispuestos a escuchar a Dios”.
Siguiendo la metodología del “ver, juzgar y actuar”, muy consolidada en el mundo eclesial, el pontífice argentino se pregunta en primer lugar quiénes son los “falsos profetas” y los define como los “encantadores de serpientes que se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas a donde ellos quieren”. La autosuficiencia, el placer momentáneo, las soluciones fáciles que prometen acabar con el sufrimiento, todos son “señuelos que acaban quitando la dignidad, la libertad y la capacidad de amar”.
A continuación, el papa se pregunta: “¿cuáles son las señales que no indican que el amor corre el riesgo de apagarse”; es el “juzgar”, segundo paso del método. Y la clave de la destrucción personal, comunitaria e incluso del planeta es “la avidez por el dinero” y el rechazo de Dios, que conducen al aislamiento, al culto a la apariencia y a las guerras fratricidas.
En la tercera parte del mensaje, Francisco invita a pasar a la acción, y en este tiempo de Cuaresma propone como remedios la oración, la limosna y el ayuno, explicando cada una de estas tres prácticas en el contexto actual, lejos de la literalidad de los términos o del espíritu legalista.
El documento concluye con una invitación a los cristianos a “emprender con celo el camino de la Cuaresma como oportunidad de empezar a amar de nuevo”. Y propone la iniciativa “24 horas para el Señor”, que tendrá lugar entre el viernes 9 y el sábado 10 de marzo: la celebración del Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración. Y pide a todas las diócesis del mundo que, en cada una de ellas, haya al menos una iglesia abierta durante esas 24 horas.
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