El reloj gira en torno a las 16 horas del 15 de julio. El termómetro supera con creces los 30 grados. La escena es habitual en esta época: un niño se sumerge en la piscina de una urbanización en el barrio de Vicálvaro, en Madrid. Al rato de estar en el agua, algo empieza a ir mal. El socorrista, Alejandro Cuenca, observa que el niño lleva unos segundos sin moverse dentro de la piscina. No lo duda y se lanza a rescatarlo.
Fuera de la pìscina, se confirma que el menor está en peligro. «Estaba inconsciente, con los ojos en blanco y la boca llena de espuma», asegura Alejandro en declaraciones a Telemadrid. El joven socorrista mantiene la calma y le practica al menor la maniobra de Reanimación Cardiopulmonar (RCP).
Son las 16:20 y en el centro de Emergencias 112 ya han recibido el aviso de que un niño presenta síntomas de ahogamiento en una piscina. Cuando la UVI móvil del SUMMA llega al lugar, ya no hay prácticamente nada que hacer. El niño ha salido de la parada cardiorrespiratoria gracias a la actuación de Alejandro. No obstante, los sanitarios deciden estabilizar al menor y lo trasladan al hospital.
El protagonista de esta hazaña, Alejandro, tiene 20 años y es alumno salesiano. Cursa un Ciclo de Grado Superior de FP de Enseñanza y Animación Sociodeportiva en el Colegio Salesiano Domingo Savio, de Madrid, centro al que accedió desde la Formación Profesional Básica.
Recordando su actuación en una entrevista para Telemadrid, Alejandro habla de la importancia de la formación en estos casos. Eso sí, su deseo es no verse en la necesidad de actuar de nuevo como un héroe: «Es la primera vez en mi vida y espero que sea la última, que no me vuelva a pasar».
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks