En pleno corazón de Sevilla, el Centro Social Don Bosco — parte importante de la presencia de los Salesianos de Jesús Obrero y gestionado por la Fundación Don Bosco— se ha consolidado como un verdadero motor de transformación social. Su labor diaria encarna el espíritu salesiano: estar cerca de los jóvenes, especialmente de quienes más lo necesitan, y acompañarlos con ternura, firmeza y esperanza hacia un futuro mejor.
Este centro no es solo un edificio; es un espacio de vida, acogida y crecimiento. Durante el último año, más de mil personas participaron en sus diversos proyectos sociales, de formación y orientación sociolaboral, muchos de ellos jóvenes en situación de vulnerabilidad: migrantes, extutelados, personas sin hogar o familias monoparentales.
En palabras de Don Bosco, «la educación es cosa del corazón», y en el Centro Social Don Bosco eso se respira en cada rincón. A través de itinerarios personalizados, mentorías, pisos de autonomía o programas de inserción laboral, los y las jóvenes no solo encuentran oportunidades, sino también una comunidad que cree en ellos.
El análisis más reciente de la Fundación Don Bosco muestra que en Sevilla se están desarrollando proyectos clave de acompañamiento a la juventud más excluida. Estos incluyen atención a jóvenes sin hogar, apoyo a quienes han estado tutelados por el sistema de protección, y formación para el empleo en sectores emergentes. Todos estos programas se llevan a cabo desde un enfoque integral, en línea con la Doctrina Social de la Iglesia y la pedagogía del sistema preventivo de Don Bosco.
Este compromiso se traduce también en datos: más del 90% de quienes participan en programas como los pisos de autonomía o los itinerarios de inserción sociolaboral son jóvenes menores de 30 años. Para ellos, este centro es una segunda oportunidad, una puerta abierta a soñar sin miedo.
Uno de los elementos más distintivos de este centro es su clima de cercanía y alegría. Educadores, voluntarios y personal técnico trabajan en equipo, con actitud de servicio y espíritu de familia, generando vínculos auténticos y duraderos. Como recordaba san Francisco de Sales, «nada por la fuerza, todo por amor».
Y es que la alegría salesiana no es solo un rasgo exterior, sino una herramienta educativa poderosa. Las personas jóvenes que pasan por el centro destacan, además del apoyo recibido, el buen ambiente, la calidez humana y la confianza que se deposita en ellas.
El Centro Social Don Bosco de Jesús Obrero es mucho más que una obra social; es una expresión concreta del Evangelio en acción, un lugar donde se vive la fe desde el compromiso con la justicia, la inclusión y el amor a los más jóvenes.
En este 2025, año del Jubileo de la Esperanza y del 150 aniversario de la primera expedición misionera salesiana, este centro sigue siendo testimonio vivo de que, con acompañamiento y fe, ningún joven está perdido y toda vida puede florecer.
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