Con ocasión de su creación como cardenal, se han dado a conocer el escudo y el lema del cardenal Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco.
La heráldica es un lenguaje complejo y particular compuesto por una miríada de figuras y el escudo de armas de un cardenal es una marca especial, una expresión gráfica, síntesis y mensaje de su ministerio.
En el caso del escudo del cardenal Ángel Fernández Artime, SDB, el blasón -descripción heráldica- no lleva actualmente el escudo encabezado con una cruz astílica dorada, colocada en asta, porque el Rector Mayor no es obispo.
En el interior del escudo, en la primera sección se destaca la característica figura de Jesús Buen Pastor, presente en las Catacumbas de San Calixto, en Roma – confiadas al cuidado de los Hijos de Don Bosco; en la segunda sección, en la parte superior izquierda, el monograma «MA», en referencia a María Auxiliadora, superado por una corona del mismo color; en la tercera, el ancla de dos garfios, de plata, acordonada en rojo. El escudo está timbrado con un sombrero con cordones y borlas rojas, signo de la dignidad cardenalicia. Las borlas son treinta y están dispuestas quince a cada lado, en cinco órdenes de 1, 2, 3, 4, 5.
Bajo el escudo, en la lista de plata, el lema en mayúsculas negras: «SUFFICIT TIBI GRATIA MEA» (Te basta mi gracia).
Como se indica con más detalle en la exégesis del blasón del escudo neocardenal, la figura del Buen Pastor en el centro del escudo expresa la centralidad de la figura de Cristo, «el verdadero y propio pastor que guía a su pueblo».
El monograma de María Auxiliadora recuerda a la madre a la que Don Bosco confió la Congregación y a la que siempre recomendó rezar.
El ancla, por último, recuerda en primer lugar que el Cardenal Ángel FERNÁNDEZ ARTIME SdB, es hijo de un pescador del mar de España. Recuerda, por tanto, los orígenes; pero, al mismo tiempo, el ancla está también presente en el escudo de la Congregación, y recuerda que el propio Don Bosco la quiso como símbolo de la virtud teologal de la esperanza.
Por otra parte, el lema episcopal, tomado de San Pablo (2 Cor. 12,9) expresa la confianza en la Divina Providencia.
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