Beatriz Osés y David Lozano, Premio edebé de Literatura Infantil y Juvenil

2 febrero 2018

Comunicación Edebé

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Beatriz Osés (Madrid, 1972), con la novela 'Soy una nuez', y David Lozano (Zaragoza, 1974), con la novela 'Desconocidos', son los ganadores de la XXVI edición del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil.

Beatriz Osés (Madrid, 1972), con la novela ‘Soy una nuez’, y David Lozano (Zaragoza, 1974), con la novela ‘Desconocidos’, son los ganadores de la XXVI edición del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil.

Dos obras que parten de una misma realidad muy común hoy en día: la soledad. Un mundo donde la tecnología y el individualismo han permitido generar nuevas identidades y formas de comunicarse; pero también han llevado a un alto grado de aislamiento social. Ambas historias acercan al lector desde el afecto o el humor a realidades que son difíciles, injustas o arriesgadas; con un conjunto de personajes que son capaces de aprender de errores y seguir adelante, con empeño y valentía. Las obrassaldrán publicadas el mes de marzo.

A través de lo cómico y disparatado, Beatriz Osés nos presenta en Soy una nuez a una abogada con un compulsivo ejercicio de la ley que utilizará sus dotes de jurista para quedarse con Omar, un niño huérfano refugiado que ha aparecido en su casa y ha conquistado a todos los de su alrededor con su sensibilidad y amabilidad. La presencia de Omar generará un giro en la impecable trayectoria de denuncias minuciosas de la abogada, la cual se sensibilizará con un tema más humano que legal.

David Lozano en Desconocidos presenta dos líneas argumentales que avanzan como una bomba de relojería hasta cruzarse. Por un lado están Lara y Gerard, dos jóvenes que se han conocido en la red.

Tras conversaciones sobre aficiones y libros favoritos, Gerard la invita a cenar para conocerse en persona. Paralelamente a su cita, una inspectora de policía tiene grandes dudas al revisar que el cadáver de un presunto suicidio lleva la foto de una tal Lara en el bolsillo.

Una novela de misterio que nos muestra que todo cabe en esa dimensión cibernética: emociones sanas y luminosas como el amor o la amistad, pero también oscuras y peligrosas como la obsesión, la envidia o los celos.

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